Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 27 de
marzo de 2015.
Tiene, la Beatificación
de Monseñor Romero, dos connotaciones: a) el político y b) el religioso. El
político marca claramente, un cambio en la política de la Iglesia Católica para
Latinoamérica: establece las bases de cómo será la continuación de la lucha
revolucionaria en este continente.
Con la Beatificación de
Monseñor Romero, la Iglesia Católica expresa ser parte de la doctrina oficial
de la Iglesia, la praxis de la Teología de la Liberación; el serlo así, ha sido
desarrollado antes, durante y después del Concilio Vaticano II. Al momento, el
desarrollo de tal lucha no nos interesa, pero sí es crucial para nosotros lo
que vendrá a futuro como consecuencia de la trascendental denominación.
Este pasado 24 de
marzo, en Caracas, la Cancillería venezolana publicó un comunicado de Nicolás
Maduro, el cual, ese mismo día fue comentado por Prensa Latina y que dice así,
en uno de sus párrafos citando a Maduro: “Monseñor Romero es símbolo inequívoco
de la batalla que libramos todos, quienes con fe y esperanza creemos en la
posibilidad de un mundo de igualdad, justicia y social, utopía por la que Romero ofreció su
vida”. Parecidos comentarios es posible leer en medios de Argentina (diario El
Argentino, 22/3/2014), la Agencia de Noticias Fides (Bolivia) y otros de países
suramericanos; todos en una misma línea: unánimes y contestes.
Dentro del contexto del
Socialismo se encuentran todos los artículos que sobre Monseñor Romero se
publican, colaborando a la lucha revolucionaria Latinoamericana. Parecería que
los pueblos latinoamericanos, dentro de un sistema capitalista, luchan por el Socialismo, lo cual establece que la lucha política
actual ya no es de pobres contra ricos, sino pugna dentro de dos sistemas, en
la cual Monseñor Romero es sólo una bandera más. En esta nueva versión de la
lucha de clases, no han podido implantar el sistema en su totalidad, debido a
la naturaleza propia de los requerimientos de Estado y, por el contrario, aquellos países en donde el Socialismo pugna
por tomar el poder, no lo logra, por las fuerzas naturales de la sociedad, que
la impulsan a un sistema de libertades, lo que convierte al Socialismo, en una
utopía destructiva.
En esta lucha por la
cual el Socialismo trata de consolidarse, preciso es extirpar de raíz todo vestigio de resistencia pasada, creando
una cultura nueva y un modo diferente de la aceptación de la voluntad popular.
La aceptación de “la voluntad popular” que es por la que luchan las diferentes
organizaciones de Derechos Humanos clamando: “juicio a los violadores de los
Derechos Humanos durante el conflicto armado”. Establece una nueva realidad,
que ha llegado aún hasta el Departamento de Estado: apoyo y tolerancia hacia el
Socialismo latinoamericano, convencidos de que la Latinoamérica será siempre, forzosamente
su aliado debido a lo precario de sus economías, su incesante emigración hacia
los Estados Unidos y el alto grado de corrupción de sus autoridades.
Las diferentes teorías
sobre el asesinato de Monseñor Romero son clave para medir el alcance
continental de esta lucha en pro del Socialismo: 1) asesinado por un oficial
argentino, en relación con la CIA, por su apoyo a la insurgencia (según
documentos desclasificados en Argentina, subidos a la Red y consultados por el
Faro); 2) asesinado por la Democracia Cristiana venezolana, en apoyo al
Presidente Duarte (según investigaciones hechas públicas en Caracas, en el
programa televisivo “la Hojilla”; 3) asesinado por la Izquierda, por no serles
útil a sus intereses, según investigaciones
de Don Ricardo de la Cierva (España); 4) asesinado por salvadoreños de Izquierda,
para crear un mártir (Monseñor Freddy Delgado; 5) asesinado por el Mayor
Roberto D’Aubuisson, siguiendo instrucciones de la “oligarquilla criolla”,
según el FMLN y la congregación Jesuita.
Todas demuestran que
las diferentes fuerzas en pugna no son sólo locales, sino también continentales
y que todas tienen su propia versión en cuanto a la muerte del Obispo, según
los intereses de su política interna, en relación con el socialismo. Se
concluye por estas afirmaciones que la muerte de Monseñor Romero, no fue por
razón de fe en la religión cristiana, sino por la conveniencia política, de
presentarlo como un mártir de sus luchas contra el sistema capitalista, a no
ser que se considere que la lucha contra el capitalismo y el sistema de
libertades que lo sustentan, sea hoy, considerada por la iglesia católica, una lucha legítima
por ser contrario a la doctrina de la Iglesia.
Y en el mismo sentido
consideramos, el caso del General Eugenio Vides Casanova, que ha sido condenado civilmente, por actos violatorios
a los Derechos Humanos, en base a la teoría jurídica “ de la responsabilidad
del mando”, pero en otros casos, también se está empleando la teoría de la “justicia
transicional”, concepto aún más novedoso, pero que ya ha servido para el
juzgamiento, por violaciones a los Derechos Humanos, en Perú y en Guatemala; no
sería raro en consecuencia que, dentro de poco, escuchásemos ese terminó, sobre
todo que, el procurador de los Derechos Humanos ha dicho que es necesario
continuar la investigación sobre el caso
del Mozote y “otras masacres”, relacionando estos hechos, con la beatificación
de Monseñor Romero. La “justicia transicional” no sólo se refiere a quien
ejecuta materialmente los hechos sino a quienes tienen con los mismos, una
relación política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario