Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor
de PUBLICACIÓN ACCIÓN http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador,
19 de agosto de 2013.
La
geopolítica debe ser comprendida como representación racional y objetiva
de las relaciones de poder, establecidas entre diferentes actores respecto
de un territorio y sus recursos. Esta
definición se origina en los tres conceptos que comprenden la idea de la geopolítica en la época contemporánea: 1)
el problema del territorio y del
espacio, como ámbito material y virtual de las prácticas sociales humanas;
2) la naturaleza del grupo humano como actor histórico in situ, en la geografía; y 3) el problema del poder, como práctica política y
como medio de apropiación del territorio, para el beneficio y protección
de su población.
Yves Lacoste, famoso geopolítico francés, miembro activo
del Partido Comunista de Francia, en la
década de los años 50, escribe, con posterioridad, su obra “Géopolitique et Géostratégie”, y en la cual define
a la geopolítica no como una ciencia
o arte, sino como “una aproximación racional a un conjunto de representaciones y de
argumentos contradictorios, que traducen rivalidades de diversos tipos de poder
sobre los territorios.” Lacoste aporta a la geografía, los conceptos de
territorialidad y representación mental humana, los cuales deben de entenderse
como las ideas y anhelos de las pretensiones colectivas o colectivizadas, por
lo que, según su concepción de las relaciones geopolíticas, no pueden
privilegiarse los factores geográficos, en perjuicio del contexto político. Sus
ideas se alejan de los conceptos clásicos: las necesidades humanas basadas en
su realidad geográfica; permite sin embargo
en los seguidores de sus teorías, presentar un relativismo geopolítico, que
permite comprender, por medio de su visión geopolítica, las intenciones
políticas de ese Estado, con relación a su entorno.
Bajo esta visión, se
analiza que Brasil realiza una geopolítica de conquista del espacio amazónico y
continental sudamericano, penetrando en el Matto Grosso selvático, realizando
una plena conquista de tal territorio,
según los anhelos de la extensión territorial y unidad brasileña y, de la conquista de la frontera
natural amazónica. Chile en cambio, despliega una política de tensión
fronteriza con Argentina, reclamando territorios limítrofes en el sur
patagónico y en los canales australes y, redefiniendo su despliegue del
dispositivo militar, al mismo tiempo que reafirma su distancia, con la
reclamación marítima boliviana y la presión geopolítica del Perú hacia el sur.
En esta línea de ideas,
la política exterior venezolana, se ha caracterizado, en los últimos trece años,
por su apertura a otros actores mundiales distintos de los Estados Unidos y de los
países europeos, además de la
consolidación de la dependencia de países latinoamericanos, con
economías inferiores a la venezolana hacia esta. Esta visión, más política que
geográfica, fue justificada y explicada
por Hugo Chávez, como
dirigida al “desarrollo de la nueva geopolítica nacional y regional, latinoamericana
y caribeña”. En la práctica,
se quiere la reinserción venezolana en América del Sur, en un papel no
tradicional; la participación activa en la construcción de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y en la Unión de Naciones
Suramericanas (Unasur), la inserción en el Mercado Común del Sur (Mercosur).
Así como también disponer de un mecanismo de integración como la Alternativa
Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA). Lo cual debe permitir poseer un contrapeso mayor, a la
principal economía de Suramérica: Brasil. Por otra parte, va destinada a la
disputa de influencia comercial y política con los Estados Unidos y sus
naturales aliados: los países europeos.
La explicación de toda
esta actividad política y económica venezolana, no la encontramos en estudios
sobre las necesidades estrictamente
económicas de Venezuela, ni en las necesidades internas del venezolano
común, sino en una multiplicidad de documentos oficiales, que dan las
indicaciones geopolíticas venezolanas, por lo cual citaré, únicamente, tres de
las muchas existentes, pero que son representativas de las mismas: la primera
es “La Nueva Geopolítica Bolivariana,
Manual de y el Dicente, Tomo III”, de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad; la
segunda es “Efectiva Soberanía y
Geopolítica Venezolana”, Programa de Formación de Grado en Estudios
Jurídicos, del Ministerio de Educación Superior y, la tercera es “La Nueva Doctrina Militar Bolivariana”
(2006), nacida del Plan Sucre, concebido luego del golpe de Estado del 2002, dentro
del principio de “librar con éxito una
guerra popular prolongada ante la hipótesis de una guerra del imperio contra
Venezuela”.
Todos estos documentos,
aunque en apariencia disímiles por sus destinos, contienen tres elementos
comunes: primero, la visión de un mundo
multipolar, en el cual las relaciones venezolanas con países antagónicos de
los con los Estados Unidos y Europa
(China, Rusia, Irán y Corea del Norte) le aseguran cierta protección, mientras
expande sus intereses políticos, hacia Centroamérica y el Caribe (un área de
reserva estratégica de los Estados Unidos) y consolida sus intereses económicos,
hacia el resto de países suramericanos (área de reserva económica de los
Estados Unidos). Segundo: este mundo multipolar sólo es posible “por
la crisis del capitalismo” y el desmoronamiento del mismo, por lo cual,
es necesario buscar otra alternativa a este modelo económico, que da el socialismo. Como tercer punto, esta el
concepto de “Pueblo-Soldado”, lo
cual convierte a la sociedad entera, en un ente político, con estructura y
fuerza militar, para la defensa del socialismo como modelo único para
Venezuela, con la exclusión de las
distintas vertientes democráticas.
Los efectos prácticos
de tal visión para El Salvador, son la
intrusión a la vida económica salvadoreña, por medio del ALBA; el cambio en el
pensamiento del militar salvadoreño, hacia el socialismo, viendo en ésta
doctrina política el desarrollo de sus principios como militares; como medio para estos fines, es el apoyo
directo a las fuerzas políticas contrarias a sus intereses; por ser liberales,
nacionalistas o pro norteamericanas y europeas.
Una forma de presionar
a sus opositores, es fortalecer
económicamente las candidaturas de
Salvador Sánchez Cerén (FMLN) y Tony Saca (UNIDAD). La denuncia pública de este
hecho, es gracias a la investigación
hecha por el periódico Español ABC, y reproducida por El Diario de Hoy,
aunque desde principios del año ya había denuncia al respecto por parte del
candidato de ARENA, Norman Quijano. Esta noticia, que se refiere a la venta con
sobreprecio del café salvadoreño a Venezuela, para el ocultamiento de
financiación política, por medio de ALBA, en realidad no es nueva, pues ya
desde el 2009, J. Michael McDonald, encargado de Inteligencia de los Estados
Unidos, había advertido en su Informe Anual al Congreso, de la ayuda financiera
de Venezuela al FMLN, para un triunfo electoral en El Salvador, una ayuda que
según los opositores del gobierno chavista, en las pasadas elecciones
presidenciales, había ascendido a poco más de cien millones de dólares y, una
parte, entre sesenta y cinco a setenta millones, había ingresado a El Salvador,
por medio de maletas diplomáticas venezolanas y bajo el fuero que amparaba a
algunos diputados de el FMLN. Relacionando estos hechos, con la presente
denuncia de ABC, es posible presuponer que, el Gobierno salvadoreño de la época (dirigido
por el ex Presidente Tony Saca) tenía conocimiento de esta situación, pues en
mayo del 2008, la Cancillería salvadoreña exigiese visa a los
ciudadanos venezolanos (Era notorio que en los períodos de campaña, había
enfriamiento de las relaciones venezolanas y salvadoreñas, algo manifiesto
desde las campañas electorales del 2001 y del 2002), pero no realizó acciones
contundentes para detener tal financiamiento.
El financiamiento para
la campaña del ex Presidente Saca, por parte de los venezolanos, permite
conjeturar cierto grado de complicidad o arreglo político con el FMLN, aún
antes de entregar la Presidencia de la República, pues fue durante su gobierno, que se permitió el ingreso del ALBA a la actividad
económica salvadoreña y, en enero de 2013, luego de que las distintas
asociaciones que componen la empresa privada denunciaran la competencia
desleal, Tony Saca da su aval a el ALBA como competencia comercial legítima.
El interés venezolano
en El Salvador, tiene su razón de ser, en la posición geopolítica del país en
el área centroamericana, pues aún es polo industrial y comercial, por su
economía dolarizada, y por sobre todo, en el grado de organización territorial
que ha expuesto el FMLN, que puede llegar a tener, con la ayuda venezolana, y su confiabilidad hacia los interese
venezolanos y cubanos, actualmente sólo superados por el Frente Sandinista. Por
otra parte, la posición desventajosa de la derecha (una empresa privada
golpeada por una economía en descenso y una oposición política legislativa
anulada y un candidato que pretende dividirla) y muy propensa a la corrupción,
presenta un escenario mucho más favorable y atractivo, para extender su área de
influencia, que pudiera hacerlo en Honduras y Guatemala.