Puédese asegurar que
las tres cuartas partes de la sociedad salvadoreña, percibe que el país vive
una inseguridad física y depresión económica, originadas por la actividad
política, creadora de confrontación de responsabilidades, centrado en el rol de
los políticos pero no, en la solución de los problemas sociales. La falta de
solución en estos, se debe a la ideologización del Gobierno y, a la falta de
línea ideológica en los partidos de oposición. Esto crea, tal incertidumbre en
el salvadoreño común, que este vive una
angustiosa pesadilla y, para dominarla, sueñe con vivir en el extranjero, en
donde sabe que encontrará paz y prosperidad.
La economía decae
debido al dominio territorial de las pandillas y a las políticas
gubernamentales, contra la iniciativa y bienes privados (trámites
engorrosos, mayor control estatal e
intentos de confiscación de las cuentas previsionales). Estos dos elementos,
evitan inversiones a mediano y largo plazo.
Cuando el desempleo en los hogares crece del 17.5% al 20%, hay crisis nacional en aumento, sin que los
elementos externos, sean preponderantes.
El aumento de los
negocios informales, es indicador de la supervivencia individual y no, de un verdadero crecimiento
económico. Los procesos penales contra los funcionarios públicos, que
realizaron materialmente la “tregua con las pandillas”, ha sido un intento de revertir
un grave error político, pero sin el
sometimiento de las pandillas, resulta ser, sólo una distracción de la opinión
pública: no resuelve el problema de
fondo.
El Gobierno ha buscado
por todos los medios, hacer responsable a ARENA y a la Empresa Privada de todos
los males de este país (corrupción, despilfarro e ineficacia) sin embargo, la
gobernabilidad presente, está en manos del FMLN con su corrupción, despilfarro
e ineficacia, las cuales son aún mayores que la señalada por ellos. Por el alto grado de endeudamiento estatal y,
la corrupción de sus funcionarios - que ya no pueden ocultar su riqueza – está
claro que los bienes estatales, no sirven para el desarrollo nacional.
Una Universidad
Nacional que impone como único requisito para su ingreso, que el alumno
provenga de zonas pobres, sin medir su capacidad intelectual y académica, es porque su
objetivo es la formación ideologizada del modelo socialista y no, la enseñanza
y estudio de las ciencias exactas, que
es lo que exige el mundo moderno para el desarrollo sostenible.
La administración de
Salvador Sánchez Cerén, lejos de buscar apoyos internacionales que favorezcan
al país, defiende posiciones perdidas y opuestas a la Democracia: apoyo a las
dictaduras y grupos revolucionarios, creando una mayor presión internacional
que afectará en nuestra economía, e insiste en cumplir sus compromisos
económicos con sus aliados políticos, sin importarle caer en default, con
quienes no forman parte de su proyecto geopolítico.
Esta pesadilla que
agobia al ciudadano, lo lleva a buscar
otros horizontes, donde impere la cordura, orden y libertad de trabajo, aunque
la vida sea más cara y sus condiciones más duras, pero que permiten desarrollar
el potencial de cada ser humano.
De la pesadilla
salvadoreña, sólo es posible escapar emigrando para realizar el sueño anhelado.
Tal sueño deseado, ha sido creado por personas iguales a nosotros, pero que han
creído y vivido un sistema de libertades y de capacidad individual. Nuestra
pesadilla, anula al salvadoreño, lo sumerge en el asistencialismo gubernamental
y, en un conformismo de miseria, bajo el argumento de su incapacidad para la superación.
La emigración a un
suelo extranjero, no hará desaparecer la pesadilla de los salvadoreños, para
esto es necesario que despertemos y reconozcamos que, las condiciones de vida
serán propicias, cuando pongamos orden a nuestras finanzas nacionales y,
castiguemos severamente la corrupción.
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