Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Los generalizados abusos
y la corrupción, generan siempre un estallido social. Del 2010 al 2013, se dio en los países árabes, llamándosele “la
primavera árabe” y, en Europa surge en España, el movimiento de “indignados”
(15-M), que se propaga entre los años 2011 y 2015. Ha aflorado en Centroamérica
la indignación: rechazo social espontáneo a la corrupción gubernamental, surgida por la apatía de los partidos políticos, en
resolver las necesidades nacionales, pero muy diligentes, en satisfacer sus
propios intereses, a costa del erario nacional y del clientelismo político
Los desatinos de los
Diputados, contribuyen a la indignación social: el de proponer la construcción
de un nuevo edificio para la Asamblea Legislativa y la indiferencia ante cientos
de plazas fantasmas, que no obstante, que se continuarán pagando y, la consideración
de un Diputado a quien parece que por su cargo, le pagan muy poco ($ 4,025.72).
Visto así, la Asamblea Legislativa es el centro de mayor corrupción en el país.
La percepción ciudadana es que la población trabaja para pagar impuestos que
engordan el “cuche del presupuesto” (apreciación de un diputado) del cual se
alimentan los funcionarios públicos. Poco a poco, van apareciendo más casos de
corrupción como el de Bukele: $ 731,000.00 por una campaña publicitaria y medio
millón, para sus empleados favoritos, actos que generan un mayor rechazo al sistema
partidario.
El FMLN se pronunció en
favor de la dictadura de Daniel Ortega y en contra, del pueblo que se está
manifestando. Bukele dice adversar la corrupción y la tiranía, pero aspira a
gozar una y otra, al hacerse del poder, al igual que Ortega; no considera
que la indignación que manifiesta el pueblo nicaragüense, ya ha aflorado en Centroamérica: en Guatemala, el
15 de septiembre de 2017 y en El Salvador, el 4 de marzo de este año. Todo debido a la corrupción, y, con el detonador adecuado,
puede desatarse violentamente el rechazo a la corrupción.
Los detonadores sociales
pueden ser tres: 1) las fuerzas anarquistas, ya manifestadas el primero de mayo, 2) la impunidad en los procesos de
corrupción, 3) las acciones desacertadas de los Diputados.
En el ambiente ya se
manifiesta la indignación: surgen chispas de desobediencia civil. El FMLN consciente
de la situación social, propónese
distraer la preocupación social con un acto de patriotismo: el reclamo de la
isla Conejo. Si dicho reclamo no da el
resultado esperado, se buscará otra otro motivo, que permita atribuirse
patriotismo al Gobierno y a los opositores, traición. En todo caso, mientras los funcionarios públicos continúen
creyendo que pueden seguir actuando como lo han hecho anteriormente, lucrándose
del Estado, la indignación nacional seguirá creciendo, y no
se la detendrá con acciones como abrir
el Seguro Social o aumentar el número de usuarios de los subsidios públicos.
Si los partidos políticos
no rechazan a sus funcionarios corruptos, el repudio social será generalizado
contra el sistema de partidos, favoreciendo la anarquía,
que será resuelta por un dictador populista. La ostentación de la
riqueza en un político o aspirante a político, es rechazada por la población,
que está al borde de la quiebra en un 70% . La austeridad debería ser norma de
los políticos, como prueba de su patriótico interés en la búsqueda del bien
común.
La única manera de
desmontar esta bomba de tiempo social, es
la probidad en los manejos públicos, un cambio de Gobierno y que la
iniciativa privada, pueda con toda libertad desarrollar la capacidad productiva
del país, aliviando la precaria situación económica del salvadoreño.
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