Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Nayib Bukele, no ha consolidado aún, los cambios
realizados en el Estado, que cumplirán los siguientes propósitos: encubrir la
corrupción de su Gobierno y, la transformación del Estado, de régimen
republicano, al autocrático, con un cambio geopolítico. Otro propósito, es la
destrucción de la oposición, asegurando que el régimen anterior era corrupto en
sus estructuras, por lo que éstas deben ser destruidas, acusando públicamente,
a las personas que ostentaron cargos públicos. La manifestación del 15 de
septiembre, ha probado que las violaciones constitucionales realizadas por
Nayib Bukele, carecen de la aceptación necesaria, para consolidar su régimen.
Responsabilizar la
marcha, al financiamiento de potencias extranjeras, es negar las implicaciones
de la misma y, menospreciar las fuerzas nacionales. Tales acusaciones, deben
ser dirimidas por los canales respectivos, de lo contrario Nayib Bukele marca, mayor
distanciamiento con la comunidad internacional. Aunque su reclamo fue general, claramente
estaba dirigido hacia Estados Unidos. Por lo cual nos preguntamos: ¿Cuál será el
futuro de nuestra relación con Estados Unidos?
Por la recurrente
transmisión del incidente, en diferentes noticieros estadounidenses, una
situación irrelevante, en el contexto de Estados Unidos, se volverá asunto de
política doméstica, pues si un Gobierno, en la periferia de su “Lebensraum” o
“espacio vital”, dominado por el crimen organizado, le es es cada vez más
hostil, creando foco de inestabilidad en su frontera, tendrá que dar algún tipo
de respuesta.
Mientras esto se
da en el plano internacional, Nayib Bukele realizará los cambios propuestos el
15 de septiembre, con una mayor resistencia social, pues una reforma de
pensiones, como la que han dado a conocer sus troles, implica la nacionalización
y desaparecimiento de las AFP o sea, la confiscación de los fondos privados de
los usuarios del sistema y, para aumentar las pensiones mínimas, tendrá que
disminuir las pensiones de los otros, lo cual enfrentará una mayor resistencia.
La destitución de
la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General, parecería una acción
política ya superada, más ahora se pide su reinstalo, como punto de partida,
para el restablecimiento del Estado de Derecho alterado. Por lo que, dicho
cambio, aún no ha sido consolidado, aunque los destituidos firmaran sus
renuncias (bajo coacción), luego de su destitución.
Los cambios
constitucionales, que pretende consolidar Nayib Bukele, serán rechazados, por
alienar derechos constitucionales ya encarnados en la sociedad.
Nayib Bukele, es
origen de esta misma resistencia, pues en años anteriores ocupó como lema de
campaña, la invocación del Art. 87 de la Constitución: el derecho de insurrección,
pero hoy, al no poder consolidar los cambios rápidamente, la reacción ciudadana
va en su contra.
Sólo el Banco
Centroamericano de Integración Económica (BCIE), es la única fuente de
financiamiento que posee hoy el Gobierno, de allí su necesidad de llamar a una
unión centroamericana, pretendiendo imponer su liderazgo, en función del
populismo y engaños, situación que complica aún más, la posición geopolítica de
Bukele, pues procura tener influencia, sin consolidación interna y, habrá que
atender la reacción del resto de países centroamericanos, especialmente de Honduras
y Guatemala, países donde ha puesto sus primeras miras, para un cambio
geopolítico de Centroamérica con Estados Unidos.
La propaganda de
los “saquitos” de Paco Flores, empleada por el FMLN, dañó mucho a ARENA, pero luego,
revirtiese contra el mismo FMLN, utilizado por Bukele, como arma principal, en
su lucha contra su partido de origen. Hoy, el derecho a insurrección, pregonado
como lema de campaña, se le revierte: será su destrucción, porque tiene que
luchar en dos frentes a la vez, el externo y el interno, sin haber consolidado
sus cambios y habiendo perdido legitimidad.
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