Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Nayib Bukele, posee en este momento y, según
encuestas, el 93% de aceptación popular: ha sido acumulado mediante el uso
estratégico de tres métodos; troles, en uso permanente, desde su disputa inicial
con la cúpula del FMLN, pacto con algunos políticos opositores para que callasen
sobre su corrupción en la administración de dos Alcaldías y se impone hoy, a
los grandes medios de comunicación, para acallar las posibles voces en su
contra, todo lo cual asegúrale obtener fácilmente una mayoría electoral en el
2021, no obstante el acuerdo migratorio con Estados Unidos, la CICIES y el
fraccionamiento de sus nuevas estructuras políticas, podrían, a mediano plazo,
desestabilizarlo, bajando su popularidad.
Conviene entender hoy, el concepto de “Tercer país
seguro”: así debemos saber que el país
de origen del migrante es el primer país y el segundo, es aquel al cual
solicita asilo el migrante. El tercer país es aquel que acoge al migrante
durante su espera de la solución del segundo país; éste, en realidad viene a
ser una “sala de espera migratoria” que tiene la obligación de proteger al
migrante en todas sus necesidades: alimentación, salud, seguridad física,
trabajo y contención de esa población, en plena garantía de los Derechos
Humanos. Condición toda muy difícil de cumplir para El Salvador, con un mínimo
crecimiento económico y, en donde hay 120,000 desplazados internos a los cuales
el Estado no ha podido resolver su situación y son la fuente primaria de
nuestra emigración.
La fallida paz en Colombia y la crisis venezolana, crearan,
a la larga mayor, presión migratoria, siendo un campo muy fértil para la
proliferación del crimen organizado, subvencionado por el tráfico de
droga. Aunque se cuente para el
sostenimiento de estos refugiados, con la ayuda Norteamericana y de la Unión
Europea, la distribución de la asistencia y del cumplimiento de las
obligaciones del Estado, se verán afectadas negativamente, por los cambios en
la Ley de Adquisiciones y Contrataciones, propuesto por el Gobierno, que busca
la centralización, y que desembocará en burocratización y retardos, provocando descontento generalizado, que no podrá ser
ocultado aún, con el dominio que se tiene hoy, de los medios de comunicación.
Las expectativas creadas en derredor de la CICIES son
muy numerosas y si ésta, no ofrece resultados rápidos o, se emplea como arma
política, habrá un desencanto masivo: si los resultados son rápidos, es muy probable
que los casos no prosperen en sede judicial, por falta de sustentación o, sea
necesario, violación al debido proceso, ocasionando un rompimiento
constitucional. Esto considerando como parámetro, la complejidad de los casos
juzgados hasta el momento y, los escasos resultados judiciales.
Si se diese un rompimiento constitucional, habría
muchas voces de protesta y, los afectados formarían una nueva oposición que
difícilmente podría ser controlada. Si seguimos las experiencias de Guatemala y
de Honduras, en donde hubo muchas arbitrariedades y la corrupción aún continúa al
igual que el narcotráfico.
Actualmente, Nayib Bukele cuenta con el pleno dominio
de la opinión pública; sin embargo, sobrepasado el punto de satisfacción (alcanzado
en sus 100 días), será mucho más difícil a futuro, llenar esas expectativas.
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