Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
La popularidad de Nayib Bukele, no es sólo signo de la
aprobación de su Gobierno: ofrece la posibilidad de actos que rompan la
legalidad, por la posible legitimación de procederes inconstitucionales, pues
estos nacerían de la no oposición masiva y efectiva, contra tales actos. La
legitimación por aceptación popular, no sería aceptada por la comunidad
internacional, sumiéndonos en una situación como la de Venezuela o Perú, con
desmedro de la estabilidad nacional y baja en la economía.
Bukele amenazó, desde su campaña, ir contra la
Asamblea Legislativa si sus propuestas no tienen la aceptación que él desea;
hoy sus troles, han indicado que los diputados son la fuente de corrupción del
país. Un funcionario de Casa Presidencial, ha dicho que ARENA y el FMLN, financian
el alza de homicidios y, al ser interpelado éste funcionario, por la Asamblea
Legislativa, la transmisión “sufrió algún tipo de desperfecto técnico”, y no
pudo apreciarse la discusión. Así mismo, son innumerables las amenazas a la
Asamblea Legislativa para que apruebe sus requerimientos de dinero.
Hoy está circulando, en las redes sociales, una nota
que literalmente dice: “Juicio político contra la corrupta Asamblea
Legislativa”. Luego invoca el derecho de insurrección, basado en el Art. 87
C.P., y que la soberanía mana del pueblo, Art. 83 C.P., Y que la Asamblea en su
proceder cotidiano, ha violado los Arts. 86, 131 n° 19, 121, 240, 55. Al final
se lee, “El pueblo solicita al Presidente que destituya a estos diputados
corruptos y que se llame a nueva elección de diputados. Bastaría hacer una
encuesta en los 14 departamentos si están de acuerdo con quitar a estos
diputados corruptos”.
Esta hoja volante, subida a la red y de circulación
entre sus partidarios, supone una interpretación incorrecta del texto y
espíritu constitucional; sin embargo, satisface el rencor acumulado hacia la
Asamblea Legislativa. Por lo que, ante una presión o rompimiento
constitucional, no habría mayor protesta popular. Pero sí habría una división
de la comunidad internacional como ha sucedido con Venezuela o Perú.
Está claro, que desde hace una semana va a la baja la
aceptación de Bukele, primero, por el efecto que tendrá para Estados Unidos la
nueva condición de El Salvador: nuestros compatriotas no podrán pedir asilo por
peligrar su vida en nuestro país. Luego, el FMLN, está capitalizando los
desalojos forzados en la isla de Tasajera, para favorecer negocios privados de
los allegados de Bukele y, utilizar la fuerza del Estado, contra Mr.Donut,
siempre para favorecer la franquicia de donas, de un empresario palestino de su
confianza. Todo se sumará y podría detener la caída electoral del FMLN,
mientras ARENA, se presenta como un mero espectador, sin dar posiciones
ideológicas o soluciones a los problemas nacionales.
Si Bukele advierte que baja su popularidad, podría
acelerar sus acciones contra la Asamblea Legislativa u, otro partido opositor y
con más probabilidad, deducir responsabilidades hacia sus funcionarios, como lo ha hecho ya, con quienes ha despedido,
solicitándoles su renuncia, podría propiciar una crisis constitucional,
favorecedora de su imagen.
Para el desarrollo democrático y, el sistema de pesos
y contrapesos del republicanismo, no son convenientes tales niveles de aceptación,
pues pueden provocar ingobernabilidad y, si el Presidente, basa en ellas sus
acciones políticas y, si, además, ha amenazado con usar la fuerza de la Fuerza
Armada, en contra de otro Órgano de Estado, podríamos predecir una crisis que arrastrase
hasta la política exterior de otros Estados, como ha sucedido en Venezuela y
Perú.
Para alcanzar niveles óptimos de desarrollo,
considerando sobre todo el nivel actual de endeudamiento, necesidad de
subsidiariedad y, bajo crecimiento, la estabilidad política es absolutamente
necesaria.
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