.
Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓNACCION
La geopolítica
actual es caótica, pero se perfilan tres líneas de pensamiento definido: la de
Donal Trump, la de Vladimir Putin y la de Xi Jinping;
cuyas estrategias son globales y tienen que armonizarse entre sí y con las propias
de Europa, Latinoamérica y Oriente Medio.
La estrategia
de Trump parece que tiende al proteccionismo y desglobalización, en base a un
acuerdo entre potencias. Putin desea recobrar la antigua esfera soviética y
para frenar su avance, Estados Unidos ofrece a Ucrania y busca desentenderse de
la defensa europea, para centrarse en el Pacífico y fortalecer nuevas alianzas que hagan contrapeso a China y así, disponer
de los mercados de China e India, haciendo valer su superioridad tecnológica.
Para contener a China, deberá permitírsele la reunificación con Taiwán, luego de
haber trasladado su producción electrónica y avances tecnológicos a Estados Unidos.
El plan de
Trump se basa en intereses económicos según la visión proteccionista de Estados
Unidos, que cambia el globalismo planteado desde Breton Woods (1944), como
forma de estabilidad en base al dólar y la hegemonía de Estados Unidos, por
otra que le da espacio compartido a Rusia y China. La visión de Putin es
imperial, basada en el neoeuroasianismo, sostenido por la fuerza militar. En
este punto hay coincidencia en los pensamientos de Putin y Trump, por lo que es
poco probable que puedan armonizarse sus “visiones” de un nuevo acuerdo
mundial.
El tercer gran
actor es China, con la visión de Xi Jinping, que posee dos objetivos, el
personal: pasar a la historia como el reunificador
de China, completando la revolución de Mao Tse-Tun y el objetivo de nación: que
es sobreponerse de la “humillación que le impuso Occidente durante el siglo
XIX”, sometiendo a occidente por la supremacía de la economía China.
Si el
proteccionismo arancelario impuesto por Trump, no debilita a mediano y largo
plazo a Estados Unidos, no podrá contener la hegemonía de China, y sin el apoyo
de Europa, Canadá y México para fortalecer su “heartland” (espacio vital, según
Mackinder), difícilmente podrá lograr sus objetivos nacionales. Hispanoamérica
y Oriente Medio son áreas en disputa entre estas tres potencias hegemónicas.
Las
pretensiones de Trump de absorber a Canadá y a Groenlandia como nuevos Estados
de la Unión pudrían traerle más problemas que beneficios, pues los
nacionalismos han aflorado contra Estados Unidos. La posibilidad de realizar
incursiones militares en México contra los Cárteles de la droga, podría desatar
un conflicto militar de baja intensidad que consuma los recursos de una
sociedad al borde de la recesión y en que sus ciudadanos no querían participar,
pues el conflicto seria en suelo norteamericano como en México.
La propuesta
de desalojar la franja de Gasa, por intereses de Estados Unidos e Israel,
justifica la invasión a Ucrania y la pretensión China sobre Taiwán. A la larga,
favorecería el radicalismo islámico y los intereses turcos.
Por ahora
hemos visto que el Gobierno salvadoreño ha aceptado las políticas de Trump,
pero no hemos visto aún la reacción de China y Rusia, que tienen serios
intereses económicos en El Salvador, atraídos por la lucha geopolítica en la
que Nayíb Bukele, pretende participar. Tampoco hemos sentido aún una
disminución en las remesas ni la presión de la emigración contenida. Por ahora,
sólo hemos sentido una presión inflacionaria por la baja producción y el exceso
de liquidez en el sistema, relacionado con el ingreso de capitales que han
aprovechado la convertibilidad del bitcoin.
Debemos
considerar la posibilidad que los juicios contra miembros de la MS en Estados
Unidos, obliguen a cambiar las exigencias al Gobierno salvadoreño, lo cual
podría inclinar la balanza geopolítica salvadoreña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario