Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 11 de
noviembre de 2013.
En días recientes, mientras discutíamos sobre los efectos del
ALBA, con algunos de mis lectores que tradicionalmente han sido de derecha, me
afirmaban que, si el ALBA permite hacer
negocios, no hay que “pelearse con el dinero”; qué, aunque ganase la Presidencia
Norman Quijano, el ALBA no se retiraría del país porque no se puede
expropiarle; que el ALBA garantiza que hoy, los pobres, veamos que sí existe
alguien con mayor poder que el de los ricos tradicionales y que por fin, éstos,
pagarán lo que hasta hoy, nos han hecho a todos. Que el ALBA garantiza que
ARENA ya no tendrá financiamientos y que así, se verá cual es su verdadera
fuerza y, por último, que se prueba que el sistema capitalista sí funciona,
pues ahora los socialistas, son también capitalistas y que, finalmente, el
mejor sistema es el de Daniel Ortega: todo el que quiera invertir y hacerse
rico, puede hacerlo en Nicaragua, siempre que no moleste “políticamente” o dé
su parte, a Ortega. Todos estos argumentos, son, en realidad, superficiales y
falsos. Su efecto político altera el balance de poder naturalmente
desarrollado, en un Estado, según sus propias condiciones y fuerzas y,
precipita a un sistema de alienalismo político nocivo, más parecido a un
régimen feudal que a uno liberal.
La primera gran
realidad es que, la inversión de ALBA, no es una verdadera inversión: es, en
realidad, un préstamo cuya legalidad no está clara en cuanto a quién es su
deudor final. Por ahora, directamente, es ENEPASA, pero en el caso de que
ingresemos formalmente a PETROCARIBE, la deuda ya no será de las
Municipalidades sino del Gobierno central. Es decir que la deuda pasará a ser
nacional, para ser pagada con los recursos producto de los impuestos, mientras
que, lo gastado, ha sido dentro del
contexto de una instancia privada.
Es segunda realidad
que, muchos empresarios han negociado con ALBA y que, altos ejecutivos de la
Empresa Privada han trabajado para ALBA. Puede citarse como ejemplo el negocio
de las oficinas que son hoy, de ALBA. A decir de algunos de los comisionistas que
tuvieron alguna participación en dicho negocio, ALBA pago dos millones de
dólares: hubo un sobreprecio de poco más de medio millón, a un consorcio
financiero. Era tan buen negocio que no se podía despreciar, por razón de su
gran utilidad lo cual, es prueba de tres hechos: a) la distorsión del mercado: para vencer condiciones o, más
bien, animadversiones políticas, se paga más de lo debido; b) cuán fácil es,
para los directores de ALBA, pagar precios inflados con dinero que no es
producto del esfuerzo y que saben que nunca lo pagaran pues, a la larga, lo
hará el Estado salvadoreño y, c) hoy
utilizan las operaciones estrictamente privadas, como arma de campaña lo cual
si hoy lo valoramos, ya posiblemente,
estaba contemplado en el sobreprecio pagado por el comprador.
La tentación de
realizar un buen negocio hoy, aunque que
mañana venga el diluvio, es natural en el sistema liberal, pues las
consecuencias serán siempre para el que lo realiza. La conciencia de la
necesidad satisfecha, a cualquier costo, sólo se puede realizar cuando hay plena
libertad. Sin embargo, en la medida en que se alimente consciente o
inconscientemente los negocios de ALBA,
en esa misma medida, crecerá la empresa y, más salvadoreños se verán obligados
a realizar negocios con ALBA; sin embargo,
se irá cerrando un círculo que irremisiblemente, nos llevará al modelo “núcleo de desarrollo endógeno
socialista”. Según PDVSA, en su sitio oficial, en el NDE “Cada
ciudadano, en especial las y los compatriotas excluidos de la participación
económica y laboral, desarrollando sus poderes creadores a través de empresas
de carácter social como las cooperativas y las asociaciones de productores, en
una relación armónica y de responsabilidad compartida con el Gobierno
Revolucionario”. Esta nueva relación económica privada – pública
propuesta por las políticas Bolivarianas, va mucho más allá de lo que
consideramos la libre iniciativa de asociación, que prescriben nuestra
Constitución Política y los principios de economía de escala, que nos enseña la
micro economía. Se refiere esta al
control estatal de la economía, en este modelo endógeno socialista.
Como ejemplo y para su
fácil comprensión, citaré, que el
aplicar el principio de desarrollo endógeno socialista, llevó, en Venezuela, a la quiebra de cientos de
cadenas de supermercados, hasta que sólo han quedado las dos empresas más
grandes. Lo mismo ha sucedido en el campo, con la producción de carnes,
derivados lácteos y café, y es por lo que existe el desabastecimiento interno y
hay una falta de canales de distribución. La extensión territorial de Venezuela
y su riqueza natural, ha hecho que este proceso, se suceda relativamente lento; sin embargo, dadas las
condiciones nuestras, un proceso similar podría ser mucho más rápido en sus
resultados negativos, pues se le facilita a ALBA, la extensión de su área de
influencia, en una economía sin profundidad, e influenciable por capital
extranjero.
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