Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
El triunfo de Andrés Manuel
López Obrador fue sólo fue posible, por el desencanto qué sufren los partidos
tradicionales, a causa de la generalizada corrupción, relacionada con el narcotráfico y la violencia y, sólo siendo “light”, en una propuesta
populista, podrá el futuro gobierno de izquierda, mantener la estabilidad; más si se empeñase en sus expectativas revolucionarias
de izquierda, tendríamos en Latinoamérica una nueva dictadura que
agravaría la emigración.
El señalar la gestión de
ARENA, como corrupta y fuente de los males salvadoreños, ha generado una
aversión a la corrupción, que ha afectado al mismo FMLN, como gestor de esta estrategia, debido a la corrupción de su cúpula y funcionarios. La
pretensión de descargar la responsabilidad de Elías Antonio Saca, en quinientos de sus ex funcionarios, sólo ha
sido una maniobra legal en su beneficio, que tiene repercusiones políticas,
enviando dos mensajes a la población: un gobierno corrupto y la impunidad de
los funcionarios públicos.
Por otra parte, al
descubrirse la corrupción de Mauricio Funes y sus funcionarios, el FMLN, envía
otro mensaje igual: la corrupción generalizada de la izquierda y la protección
que se logra desde el Gobierno: los casos del General Benítez y del General
Munguía Payes y los recientes casos de José Luis Merino y del Vice Ministro de
Educación Francisco Humberto Castaneda Monterrosa, quienes han retorcido el
sentido del fuero constitucional, para evadir su responsabilidad.
Tales hechos fortalecen el
rechazo hacia los partidos tradicionales, en beneficio de la nueva opción que ofrece
Nayib Bukele, pero él, también está
envuelto en la corrupción, señalado ya desde la Corte Suprema de Justicia, luego de
un proceso civil.
No obstante ese
señalamiento de corrupción, ha propuesto dominar por la fuerza a la Asamblea
legislativa y evitar las elecciones 2019, si él, no corre en ellas. También ha ido
contra el Tribunal Supremo Electoral, para manipular el sistema. Esas propuestas presentan un rompimiento de la
legalidad, pero se escuchan como si fuesen actos que se desean y sin causar repudio
y efectos del sistema. En la última concentración de Bukele, haciendo un
llamamiento a la “democracia”, hubo repartición de panfletos revolucionarios
que incitan a la revolución y a la subversión, como que si se la democracia se sostuviese por medio de la
violencia.
Hechos que marcan un
punto de inflexión en la política salvadoreña: es necesario que los políticos actúen
contra la corrupción, con estrategia de
denuncia y ataque a la corrupción que aclare a la población, quienes son los corruptos; que sea sin un fin electoral, sino de conocimiento de la verdad, y no como la persecución que se
ha dado contra la Fuerza Armada y con el manto de protección que se ha extendido, en favor de los crímenes
de Guerra del FMLN.
Otro factor que influirá
en estas elecciones es la imagen de Monseñor Romero, proclamada desde las
parroquias más humildes. Si no se da un cambio, el camino será favorable a Nayib
Bukele, quien es un corrupto como todos los que intervinieron en el Gobierno de
Funes y que buscan protección en su
cargo.
Bukele es una peligrosa burbuja
que puede consolidarse, si no se prueba su
relación con la corrupción de Funes y del FMLN. También es el momento para la
renovación y consolidación de ARENA, dentro de un concepto liberal, y fundado
en los sectores.
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