Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Monseñor Vincenzo Paglia
dijo: “Romero es el primer Mártir de la Iglesia del Concilio Vaticano II”, aseveración que afirmó la aceptación de la
Teología de la Liberación, dentro de la Iglesia Católica; dicha desviación, está actualmente en auge,
pero en camino de su caída, atada
como está al socialismo Latinoamericano.
La Teología de la Liberación,
nace en 1917: invención del teólogo bautista norteamericano, de origen alemán,
Walter Rauschembusch, quien enseño en el Seminario Teológico de Rochester,
Universidad de Rochester, Nueva York. Basándose en sus obras, los sacerdotes
holandeses promueven “la democracia
eclesiástica”.
Los sacerdotes holandeses
presentaron, en el Concilio Vaticano II (1962), sus posiciones teológicas, que
fueron inaceptables para la Iglesia; más, al interpretar el Concilio y
expresarlo en su “praxis”, se le dio una aplicación “progresista”, introduciendo ideas paganas y ateas, que ponían en práctica
las doctrinas originalmente propuestas. Todo según las obras “El Progresismo
Religioso”, de Manuel Molina y “Teología de la Liberación”, publicada por la
Curia del Arzobispado de México.
La Teología de la
Liberación, busca la “Liberación” del hombre del pecado, que es la “iniquidad
social”. Este propósito obliga a la
Iglesia a la participación política o sea, la búsqueda del poder, el cual es
ejercido por el feligrés obligado conjuntamente, con las fuerzas de izquierda,
dicha situación es contraria a la tradición de la religión. Y pone a la Iglesia
sujeta a los vaivenes políticos, olvidando espiritualmente al individuo, que busca un refugio en el protestantismo, que no
le exige participación política.
La Teología de la
Liberación interpreta el cristianismo con un idealismo diferente: “la religión
del pueblo”. En esta interpretación, la Redención de Cristo, pierde su carácter
espiritual y sobrenatural, convirtiéndose en un fin puramente terrenal. Se promueve la salvación terrenal, para
liberarlo de la opresión económica y política, lo que pone a esta Teología, hombro a hombro con el
marxismo y el socialismo, en la búsqueda del poder.
Al basarse en los
Evangelios, para sustentar tales teorías, la Teología de la Liberación promueve
una interpretación nueva del cristianismo: se aleja de la Fe y constituye en su
“praxis”, una negación de la misma doctrina.
La canonización de
Monseñor Romero, es la culminación de la
Teología de la Liberación. Monseñor Romero dijo: “las minorías económicamente
poderosas pueden organizarse en defensa de sus intereses minoritarios y, muchas
veces con desprecio de los intereses de la mayoría del pueblo” (tomado de la “Iglesia
y Organizaciones Políticas Populares”, de Monseñor Romero). Dicha afirmación
justifica el alzamiento armado del FMLN y sus crímenes; se justifica la lucha de clases, como medio de
alcanzar sus fines y la Iglesia asume un papel histórico, sin finalidad extraterrenal, como quedó plasmado
en los Pactos de Letrán en 1929.
Muchos sacerdotes, cuando mostraron su
arrepentimiento de su participación guerrillera, en base a la praxis de la Teología
de la Liberación, fueron asesinados por el FMLN, a excepción de uno, que murió pistola
en mano (tomado de “La Iglesia Popular Nació en El Salvador”, obra de Monseñor
Freddy Delgado).
El socialismo y el
comunismo Latinoamericano están cayendo por su propio peso: corrupción y generación de caos social: ¿esto es lo que
apoya la Iglesia?, parece que sí. Dañará la espiritualidad de la Iglesia.
Dentro de poco tiempo
serán, proclamado beato Rutilio Grande y mártires, los sacerdotes jesuitas. Se agudizará
aún más, la crisis entre el catolicismo y la Teología de la Liberación pues se
pedirá juicio contra la derecha; la venida
del Papa, tiene finalidad política y, dentro de muy poco tiempo, tendremos la
exigencia de responsabilidad hacia ARENA y luego, hacia la empresa privada.
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