Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
La marcha de hondureños a
los Estados Unidos, parece gestada por sectores radicales norteamericanos,
usando fuerzas izquierdistas centroamericanas, aprovechando el caos desatado
por los gobiernos del Triángulo Norte.
La marcha de hondureños
hacia los Estados Unidos tiene, con otras marchas históricas: la marcha de la sal en la India (1939), la marcha de Martin
Luther King en Estados Unidos (1963) y la marcha verde, iniciada desde Marruecos,
hacia el Sáhara Occidental (1975), elementos comunes: la desobediencia al
sistema, por medio de la resistencia pasiva.
La filosofía de Mahatma Gandhi,
en lo referente a la resistencia pacífica, se puede resumir en estas dos frases:
“La fuerza no viene de una capacidad física. Viene de una voluntad indomable” y
“en una manera apacible, puedes sacudir al mundo”. La resistencia pasiva, busca
desafiar el sistema, por medio sólo de la desobediencia, pues todo sistema
legal, se basa en el principio de la aceptación general de la ley y, sólo se
aplica la fuerza, en el caso minoritario de quieres la violan, pero en caso de la desobediencia general, el sistema
colapsa.
Centroamérica es región dominada por la corrupción
generalizada, potenciada por el narcotráfico y el crimen organizado. Esta
situación, ha hecho que los índices de pobreza aumenten, que los endeudamientos
nacionales sean descontrolados y, los niveles de inseguridad jurídica y física,
obliguen a emigrar, convirtiéndose los Estados Unidos en un sueño: al que bien puede aplicarse la frase
de Martin Luther King: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando y ojalá
no tuviera necesidad de soñarla.
Hay riqueza y prosperidad
en todo país estable: donde hay caos y corrupción, sólo se encuentran el
asesinato y la pobreza. Estados Unidos, país estable, está rodeado de este caos y es
natural, que la emigración busque su seguridad.
Sin embargo, parece que
la emigración organizada en una caravana, no es espontánea; tiene dos dimensiones:
la necesidad de los migrantes y las consecuencias políticas de la misma. El migrante cree que dentro de su país, nada
puede hacer; quienes lo instigan, propónese
crear caos dentro de Estados Unidos, haciendo colapsar su sistema migratorio y
legal. Localmente, ocupan a los migrantes como arma política, para que Estados
Unidos, desvíe la presión hacia los gobiernos corruptos de la región.
Estados Unidos debe bloquear cualquier ingreso masivo de
inmigrantes, pues si no lo hace, habría una masiva inmigración, no solo
centroamericana, sino repetirse el caos desatado en Europa, por los conflictos
africanos y medio orientales. La amenaza podría favorecer electoralmente a
Trump y a los republicanos; sin embargo, la presión que se pueda ejercer sobre
los países del área (triangulo norte) puede ser dudosa, pues de hecho, estos
son hostiles a las políticas norteamericanas: su mirada aún está sobre el socialismo latinoamericano.
La posición de la UE,
será favorable a los Estados Unidos, pues está sufriendo los efectos de la
emigración descontrolada. Pero el reflujo de migrantes que retornarán por no
poder ingresar a México, creará una desestabilización a mediano plazo, en El
Salvador y Guatemala.
El llamado de que salga
una caravana de salvadoreños hacia Estados Unidos, en un intento de forzar la emigración
masiva, es un desafío al sistema, y al
ser contenida, desestabilizará esta área, creándose un problema humanitario aún
mayor, que puede afectar la precaria seguridad de los salvadoreños y amenazar la
seguridad de Estados Unidos. La
emigración organizada, es modo de
resistencia pasiva, que puédese hacer quebrar el sistema legal y económico del
área, lo cual repercutiría en los Estados Unidos, a un mediano plazo.
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