Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
La crisis en Centroamérica debida a la corrupción en
su sistema político, ha generado un cambio, que ha sido impulsado por la anti
política; esta señala la corrupción del sistema, promoviendo esperanza, en base
al populismo. La acción de la anti política llevó al triunfo a Andrés Manuel
López Obrador y a Nayib Bukele, creando hacia sus personas un entusiasmo
inicial: instando muy probablemente a que su modelo político se repita en
Guatemala, Honduras y Nicaragua.
El nuevo Gobierno salvadoreño ha tratado de favorecer
en Guatemala el fenómeno de la anti política, favoreciendo la candidatura de
Thelma Aldana y copiando de Guatemala la CICIG. El desprecio a los gobiernos de
Honduras y Nicaragua ha tenido por intención señalar de ellos, el descontento
interno, narcotráfico y tiranía. La esperanza es para que, a su señalamiento,
la oposición reaccione, tomando impulso la anti política.
La anti política pretende derribar la corrupción y el
sistema partidario y, con ello, a los políticos corruptos; sin embargo, en el
caos, permite la corrupción del poder del gobernante y reforma el sistema que
permite la arbitrariedad: Es es lo que estamos viendo con Manuel Andrés López
Obrador y muy probablemente, veremos en un futuro, con Nayib Bukele.
El resultado del caos social en que está Centroamérica,
no tiene orígenes en el sistema de partidos políticos, sino en los corruptos
que lideran dichos partidos, lo cual es estimulado por la posibilidad de adueñarse
del erario público y de aumentar los ingresos sirviéndole al narcotráfico y contemporizando
con las pandillas.
La pasividad y mansedumbre humana, enseñada para un
buen funcionamiento del sistema democrático, ha impedido que la ciudadanía
pueda deshacerse de su corrupción y sufra la resignación o la emigración. Sobre
la posibilidad de consolidación de una nueva dictadura, está el peligro de un
conflicto regional, que puede desestabilizar el área.
Desde principios de los 60´s, hemos tenido conflicto
con Honduras, el cual se mantiene aún y es originado, por el criterio expansionista
de Honduras y la necesidad de emigración de los salvadoreños, rechazada por los
intereses hondureños.
Si la mecha de las anti política en Honduras y
Nicaragua no se enciende, las gestiones de Nayib Bukele en contra de sus
Gobiernos, podrían romper el precario equilibrio logrado entre los tres países,
pues una posible alianza militar entre El Salvador y Nicaragua contiene la expansión
militar hondureña, pero si ese equilibrio se rompe, El Salvador, puede quedar
muy mal parado, pues sus fuerzas militares son muy inferiores, con la
consecuente debilidad del Alto Mando. El equilibrio en la región, sólo podría
ser mantenido por los intereses de los Estados Unidos.
Un conflicto en el área, sólo traería una mayor
emigración, favorecería en el caos, el trasiego de droga, por el control
territorial de las pandillas y aumentaría la emigración. Permitiría sin embargo
a Honduras, concretar su pretensión soberana sobre la salida al golfo de Fonseca,
lo cual significaría la perdida de gran parte de nuestro territorio marítimo,
en este país que tiene más mar territorial, que tierra firme.
Los recientes acuerdos de PEMEX con una compañía alemana,
vinculada al Kremlin, con visos de capital chino como respaldo, para la
explotación de petróleo en aguas someras, deja en claro los intereses
geopolíticos extra continentales en el área y, un conflicto regional, pudiera
favorecer el ingreso de estas potencias en Centroamérica.
En 1969, El Salvador, gano militarmente, la guerra con
Honduras, pero perdimos territorio diplomáticamente, en los años siguientes, Ya
perdimos la posesión de la Isla Conejo, hoy Honduras pretende salida soberana
al Golfo de Fonseca y puede lograrlo, en una siguiente crisis internacional.
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