Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
En el ajedrez político internacional, la estabilidad
de El Salvador, como parte crucial del Triángulo Norte, es tan necesaria a los
Estados Unidos, que conviene analizar las variantes que tendrán incidencia, en sus
relaciones, durante el Gobierno de Nayib Bukele
Bukele, en la Heritage Foundation, ofreció intrinsicamente,
prescindir de la ayuda norteamericana, a cambio de ser su “socio”, lo cual le permitiría
la prosperidad económica. Dicha propuesta tuvo lógica, a la luz de los
principios liberales; sin embargo, antes de este discurso, Bukele había
visitado Israel, pero también Catar, lo cual implico, un pleno acercamiento con
el mundo árabe, y no debemos olvidar que, en junio de 2017, Arabia Saudita,
Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, cortaron las relaciones diplomáticas
con Catar e impusieron un bloqueo, acusándolo de apoyar y financiar el
terrorismo y manipular los asuntos internos de Arabia Saudita. Algunos aseguran
que Bukele, tuvo allí, posiblemente, reuniones con personeros de Irán: lo cual
no sería extraño, pues las mezquitas fundadas por su padre, hoy lideradas por
su hermano, han tenido financiamiento iraní.
Para que se pudiese alcanzar, la estabilidad política,
económica y social en El Salvador, sería necesario la eliminación de las Maras,
especialmente la MS y la 18, que ya son un dolor de cabeza para los Estados
Unidos y, para hacerlo, es necesario que las Maras no se vean como un “activo
político” o grupos de choque electoral y, evitar su contacto con el crimen
organizado, lo cual parece muy difícil, por su gran número y la cantidad de
dinero que generan. Es posible el desarrollo económico, sólo si hay estabilidad
jurídica e inversión extranjera, lo cual es muy complicado por los niveles de
delincuencia existentes y el populismo, más las condiciones negativas que
tendremos para el presente año, en cuanto se espera una desaceleración
económica.
Por el aumento del FODES, se prevé la necesidad de
mayor imposición lo que disminuirá la actividad económica. Parece que la
corrupción en los empleos públicos no sólo se mantendrá y tendrá que ser
aumentada, para el ingreso de los “Bukelistas”, sin que se puedan reducir los
40,000 empleos creados durante los gobiernos del FMLN.
Existe por ahora, el embelesamiento en derredor de
Bukele, tanto de empresarios como de políticos, pero al analizar sus promesas,
en un escenario realista, parecen éstas, imposibles de realizar. Las
inversiones provenientes del mundo árabe, pueden ser atractivas, pero
seguramente, se filtrará capital radical islámico, constituyendo una amenaza
más, para los Estados Unidos: por ahora, la legislación impuesta para controlar
el dinero proveniente de las extorsiones de Maras o del narcotráfico, han sido
inútiles; sólo encarecen las labores normales en la economía, lo que indica que
serán mucho menos efectivos, para controlar capitales que vayan destinados al
terrorismo.
A todo esto, debe sumarse, una posible crisis política
debido a la pugna de la Asamblea Legislativa y Ejecutivo ya con Bukele, por su investidura, además de
la crisis que se plantea en el acuerdo de entendimiento, sobre la presidencia
de la Asamblea, que pudiera desembocar en ilegitimad, lo que fuerce a llamar
una constituyente, que sólo favorecería la posición interna de Bukele, en
detrimento del sistema democrático: cambiando de democracia representativa, a
democracia participativa (la política ejercida por la fuerza de la manipulación
de la masa)
Se logra la estabilidad sólo bajo los principios del
liberalismo: el Estado es sólo un ente rector: la iniciativa privada es el
motor de toda actividad y, la coacción de la ley, debe de aplicarse para
mantener el orden social. El fin histórico de El Salvador está en el continente
americano y, su entelequia, en Latinoamérica y España.
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