Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Conviene analizar
la reciente encuesta electoral de la Universidad Centroamericana (UCA), no por
sus resultados, sino por las razones que dieron origen a éstos. Para la
oposición y, la derecha en particular, está en juego su existencia, si tales
razones no se revierten.
La preferencia en
favor de los candidatos de Bukele, débese a la aceptación de él, como figura
anti-sistema y no, por sus cualidades personales sino, por su actitud confrontativa
y destructiva, hacia los partidos tradicionales y sus cúpulas y, por los
intereses que éstos representan.
Los ataques al
sistema, aprovechando los errores de los partidos políticos, han ido muy
eficazmente profundizándose, concluyendo que todo es válido, para lograr la
destrucción del mismo. Por los dichos errores, muchas bases partidarias han
conservado sus ideologías, aunque sin ejercerlas política o electoralmente. El
primero en sufrir dicha debacle, fue el FMLN, dando a ARENA, la apariencia de
fortaleza legislativa, sin que reparase que su número, fue producto de la
aritmética electoral desfavorable del FMLN, provocada por Bukele; este error,
fue razón de su pasada derrota presidencial.
Tienen asegurada
su reelección, los diputados que han sabido enfrentar a Bukele: han demostrado valía
personal en el cargo, no por su ideología. Quienes han buscado “un equilibrio
político” con el Gobierno, han descuidado su papel de oposición y con ello,
demostrado que son sólo un número más, dentro de la Asamblea Legislativa. Los
tránsfugas, han sacrificado sus espacios dentro de ARENA, y han contribuido a
la destrucción del sistema y su partido, consolidando a Bukele, al justificar
sus continuos ataques al sistema.
Las concentraciones
más grandes que hubo en los últimos cuarenta años, las realizó la Cruzada Pro Paz
y Trabajo, organización cívica de mujeres, que aglutinó a los salvadoreños en
defensa de los valores patrios y, en la preservación del sistema democrático y
republicano. Movilización masiva que muy difícilmente podría darse hoy, porque
no existe conciencia que nuestro modo de vida está en riesgo. Créese que si el
Gobierno del FMLN, no dio giro hacia el comunismo o autoritarismo, tampoco lo
hará Bukele: sólo destruirá a los partidos políticos corruptos, pero no será
así, pues un futuro cambio constitucional, dará un giro que la mayoría de los
salvadoreños no quiere, aunque no lo expresa electoral o políticamente.
El FMLN, no dio un
giro radical hacia la izquierda, porque respetó la Constitución y, se acopló al
sistema, sin percatarse de que Bukele, no respetaría la jerarquía de la
Comandancia y, utilizaría el acomodo político de esta, contra el mismo FMLN,
aglutinando primero, las bases inicialmente purgadas del FMLN y luego, captaría
el grueso de su militancia, quedando éste, sólo con su estructura más
disciplinada.
Las estructuras de
poder local de ARENA, en manos de sus diputados, fueron utilizadas en su
contra, alejando a quienes no pertenecían a
ésta, controlada por sus diputados más antiguos, obstaculizando al
partido en su crecimiento. Un cambio en su himno, bandera o nuevos rostros en
la diputación, no implican renovación, si no hay cambio en su dirección (no por
jóvenes, sino por figuras con solidez ideológica); por el contrario, córrese el
riesgo, de tener diputados y funcionarios municipales tránsfugas (declarados o
asolapados), todo esto, lo aprovecha Bukele en su favor.
La derecha debe
plantearse cómo va a enfrentar un posible triunfo electoral de Bukele, con una
Asamblea Legislativa en minoría opositora, con diputados pro Gobierno, que sólo
ofrecen violencia o triquiñuelas. La oposición debe plantearse desde las
organizaciones cívicas, y no, desde los partidos políticos, que serán los
primeros, en ser neutralizados. El
movimiento cívico debe defender el modo de existencia tradicional, con sus
valores: Dios, Patria y Libertad.
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