Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
El país de Nunca Jamás, fue llamado El Salvador, por
una cadena de noticias internacional, luego de conocerse la noticia, de la creación
de la Ciudad Bitcoin, a la base de un volcán, considerándolo, una fantasía
infantil, de la isla donde vive Peter Pan.
En esta fantasía de Bukele, su papel es de Peter Pan: para
salvar a los niños perdidos, sus seguidores. Con la ayuda de las hadas madrinas:
la comunidad internacional. El Capitán Garfio, son sus opositores, quienes sólo
quieren vengarse, por haberles cortado la mano, y dársela al cocodrilo, la
justicia de la Asamblea Legislativa.
Pero la verdad es que vivimos una realidad distinta,
que se impone día a día, a los salvadoreños: posibilidad de secuestro o muerte,
por no cumplir las pretensiones de las maras. La lucha diaria, de todo negocio
o, del asalariado, por conservar su empleo, cuyo salario se reduce por la
inflación, al comprar todo más caro.
Las pretensiones del Gobierno de iniciar
confiscaciones se han concretado, para satisfacer sus necesidades económicas o,
de elevar los impuestos, hasta que estos consuman las fuentes de producción.
Son diariamente, quinientos salvadoreños que emigran ilegalmente
hacia Estados Unidos, emigración que prefiere pagar entre nueve mil a catorce
mil dólares por persona, para poder salir del país y no, utilizarlo para emprender
un negocio, que sería consumido por la mara o no prosperaría, por la mala
situación económica.
Semana a semana, aumentan el precio de la manteca, del
gas y la harina, dando menos pan o tortillas, por el mismo dinero. Con una
perspectiva de mayor aumento de precio, por la amenaza de tener el Bitcoin como
moneda obligatoria y, de padecer hambre por haber dejado de sembrar, por los desincentivos
del asistencialismo gubernamental.
No solo el desposeído emigra. La mayoría de jóvenes, que
poseen una preparación superior adquirida en el extranjero, buscan regresar a
dichos lugares y emprender una vida productiva.
Quienes son descendientes de extranjeros, buscan si
dicha ascendencia, les da posibilidad de adquirir un pasaporte distinto del
salvadoreño, para tener la protección de otra nación, frente a las
arbitrariedades del Gobierno o, retornar al origen de sus antepasados.
Muchos jóvenes que no encuentran oportunidades
laborales, son absorbidos por la mara, para poder subsistir y, tener asegurada
su vida, en el territorio controlado por dicha mara.
El Gobierno pensó que podría utilizar el 40% de las
donaciones internacionales, para hacer campaña a su favor, utilizando el
sombrero de los cooperantes, enviando el mensaje, que la cooperación internacional
es por solidaridad con Bukele. Realidad que golpeo ya, al Gobierno, por los
cuestionamientos internacionales.
En este país de Nunca Jamás, espera Bukele, que China
entre con ayuda ilimitada y, que sea el hada Campanita, que sostenga su
Gobierno, esperando que todo aquel que abandona el país, envíe remesas, que espera
entregar en Bitcoin, recibiendo él, dólares frescos. Estas ilusiones fantasiosas,
nos llevan a la realidad más espantosa, para los que nos quedemos en este país.
La institucionalidad y la Fuerza Armada, son quienes
tienen que actuar juntos para evitar que el país, pierda su naturaleza de República,
ante la dictadura populista, pero han caído. La institucionalidad ha sido
desarticulada y, la Fuerza Armada, parece vivir también en la tierra del Nunca
Jamás, al servicio de Peter Pan.
La comunidad internacional, se aleja del país, dejando
a El Salvador como la isla de la tierra del Nunca Jamás y, sólo ve con horror,
nuestra desgracia y prepararse, para sufrir las consecuencias: la emigración
que desestabilizara el área, el control de las maras y la amenaza del
terrorismo, más cerca.
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