Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Pilar de la propaganda gubernamental es: “ARENA y el
FMLN van juntos, son iguales, los mismos de siempre”. Concepto que es reforzado
por banderas entrelazadas, figuras de enamorados, con los nombres de los
partidos o justificación de cualquier crítica al Gobierno, como coincidencia de
intereses y afinidad de pensamiento. Situación que debe analizarse, para poder
derribar el pilar en que se asienta, el populismo de Bukele.
El partido político, es la expresión práctica y última
del pensamiento político, pero no es el pensamiento en sí, ni estructura
independiente de la sociedad, como se ha tomado recientemente aquí, en El
Salvador. Ambos partidos, fueron mayoritarios, por ser la concreción de las
ideas en pugna, durante el conflicto armado.
Al haber sido partidos en el poder, su desgaste,
producto de la gobernabilidad, y un pensamiento más que ideológico, electoral,
fue aprovechado por Bukele; primero, contra el FMLN, dividiéndolo, aprovechando
sus purgas internas, consecuencia de su conformación original, sobre las
distintas tendencias políticas de izquierda. Para luego, ir contra ARENA,
logrando que la mayoría de sus bases, no respondiesen a sus candidatos, acusándolos
de corruptos, insensibilizándolas políticamente.
Bukele se presentó ante el FMLN, como un
neo-revolucionario, ofreciendo el poder que el FMLN ya no podía ejercer y, atrayendo
a miembros de segundo orden, dentro del partido, y quienes son hoy, miembros de
su Gobierno. De igual manera, atrajo a ex -miembros de ARENA, que necesitaban
del favor Gubernamental, para su defensa judicial; hoy, los vemos como defensores
del régimen.
Para ocultar tal situación, se usa la propaganda de distracción:
las investigaciones de corrupción en la Asamblea Legislativa y responsabilizar
a ARENA y al FMLN, sobre cualquier señalamiento, contra su Gobierno. Se suma
ahora el señalamiento contra Estados Unidos y, dentro de poco tiempo, buscará
utilizar la cooperación china y rusa como la aprobación internacional de su
régimen.
Necesario es ver la lucha política en El Salvador,
fuera de un contexto partidario, pero de oposición ideológica al autoritarismo
y la dictadura. Pues si continúa la tendencia actual: aprobación del voto electrónico
en el exterior, que luego se extenderá al país y se obstaculizará aún más, cualquier
forma de expresión política electoral, opositora al régimen. Posiblemente
veremos la cancelación del FMLN y de ARENA.
El Gobierno democrático, sólo usa las elecciones para
obtener el poder, luego su legitimidad, se basa en el seguimiento y desarrollo
de la institucionalidad nacional. Pero al destruir esta, Bukele, ha establecido
en el país, una dictadura, que necesita una respuesta ideológica, fuera del
contexto electoral.
La izquierda ya se ha expresado en la calle, atrayendo
a sus protestas, el descontento de otras formas de pensamiento, pero no ha sido
suficiente, para hacer cambiar la posición autocrática del Gobierno, que no
atiende las expresiones o razones democráticas.
Es necesario que la derecha, como expresión del ser
tradicional salvadoreño, se manifieste, no en la calle, sino en actos de
defensa de sus derechos, frente a las arbitrariedades del Gobierno: que atentan
contra la libertad de expresión, rendición de cuentas públicas, propiedad
privada, libre contratación y libertad religiosa, en su forma de estructura
familiar.
La acción de la derecha debe ser activa, en defensa de
dichos principios, pues la pasividad inculcada por Bukele, le ha hecho
abandonar la política y las acciones en defensa de sus intereses, haciéndole creer
que hay maldad en sustentar dichos principios.
La izquierda y derecha están descontentas con Bukele:
las acciones de ambos grupos, como la expresión del pensamiento político
salvadoreño, deben oponerse a la dictadura que hoy existe; cada uno, en sus
nichos políticos y, en sus expresiones tradicionales.
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