Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La actual guerra de Rusia contra Ucrania, implica el
rompimiento del orden internacional establecido y, el reclamo de influencias
geopolíticas históricas, al margen del principio de la libre determinación de
los pueblos. Ya se hacen sentir sus efectos económicos y políticos, ahondando, los problemas internos del
Triángulo Norte, si se continua con el populismo, el rompimiento al Estado de
Derecho y no tiene clara alineación, con los valores occidentales y en defensa
de los intereses continentales de América.
Justifica Rusia su ataque a Ucrania, por su necesidad,
de poseer un área de influencia y distanciamiento, con los miembros de la OTAN,
en respuesta al ingreso de algunos de sus antiguos miembros (países que
estuvieron bajo la esfera de influencia soviética y fueron parte del Pacto de Varsovia)
a la Unión Europea y a la OTAN. Dichos Estados realizaron, luego de la
disolución de la Unión Soviética, un acercamiento a la Unión Europea, en base al
modelo de libre economía occidental (que favorece la globalización y un nuevo
orden internacional) y como consecuencia, decidieron proteger sus intereses,
bajo una estructura militar defensiva común: la OTAN. Por dicha situación, vuélvese
ilegitima, la agresión rusa a Ucrania, que quiere pertenecer a la Unión Europea
y a la OTAN.
Las áreas de influencia no son estáticas, dependen de
la fortaleza de sus modelos políticos, económicos y militares, que van cambiando
en el tiempo, pues si fuesen estáticos, tendrían que coexistir, el Imperio Español
de la época de Carlos V, con el Califato Omeya o, el Imperio Británico de la
Reina Victoria, con la India y la China actuales. Cada época tiene sus esferas
de poder y la de Rusia, ya desapareció, aunque posea, poderío nuclear.
El área de influencia, depende de la estructura de un
modelo político, sostenido por una sociedad en auge económico y defendido, por
un poder armado, que llena los espacios o vacíos dejados por un área de influencia
anterior. El poder militar no es suficiente, si no es sostenido, por una economía
fuerte y, un sistema de gobierno estable (sin importar su forma). El poder
militar de Atila, destruyo toda Europa, hasta llegar a los campos Cataláunicos
(actual noreste francés, cerca de la actual Châlons, en Champagne, en el año
451), pero al estar sustentado únicamente, en un poder militar, a su muerte,
éste poder o influencia, se disolvió.
La Federación Rusa, es el Estado más extenso del planeta,
con 144.5 millones de habitantes, pero no por ello, es mayor su economía, que
la de Alemania o Francia, aunque posee inmensas reservas de petróleo y gas
natural, que hoy las utiliza como arma política.
Al romper Rusia, el orden internacional con la invasión
a Ucrania y atacar a la población civil, para doblegar el espíritu de unidad
(nacionalismo) ucraniano, es natural que los países vecinos, que temen un
rompimiento al orden internacional en su contra (países europeos), den ayuda
militar y creen sanciones, derivadas del mismo sistema que ha sido alterado por
Rusia. La ayuda militar, no implica la participación de la OTAN, pues la función
de ésta es defensiva y exclusiva para sus miembros.
El reconocimiento ruso del derecho de Bielorrusia, de
salir al mar Báltico, implicaría la perdida de la soberanía de Lituania, y Letonia,
con potencial amenaza para Polonia. Todo como parte del nacionalismo ruso, en fase
de consolidación y expansión, contra el sistema económico de occidente.
Todo esto obliga a nuestro Triángulo Norte, abandonar
el populismo y a alinearse, con los países occidentales, pues no serán las
influencias rusa o china, las que garanticen la estabilidad regional y, el
bienestar de sus ciudadanos.
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