Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 4 de
septiembre de 2016.
Donald Trump es clara
manifestación del nacionalismo norteamericano,
que llegó a su cenit con el Presidente Dwight David “Ike” Eisenhower (1953 y 1961). Trump ha enfocado su campaña contra
la inmigración, que amenaza en transformar a los Estados Unidos, lo que fue previsto, desde el final de la Guerra Fría, como consecuencia de la
globalización y las secuelas de dicho conflicto en Latinoamérica. Si Trump
gana, sus pretensiones extremas, serán
contenidas por la misma legalidad norteamericana y, los efectos, para
Latinoamérica, no serán más nocivos que serían, los que si triunfase Clinton.
Estados Unidos, es un
país mayoritariamente cristiano, con firmes valores familiares desde su
independencia, reforzados durante la Gran Depresión de 1929 y con valores políticos, afirmados por la Segunda guerra Mundial (1941-1945). Tras la bonanza de los años subsiguientes y el
cambio de pensamiento político, económico y religioso de los años 70´s., es una
potencia mundial, no percibida como tal,
por sus ciudadanos, aunque tuviesen un estándar de vida, muy superior al del
resto del mundo occidental.
Dos son los factores que han contribuido a que,
nuevamente, despierte su nacionalismo: a) el señalamiento del perjuicio de una inmigración excesiva y b) la
esperanza de un cambio en la política económica interna. Sn embargo, el cumplimiento de tales expectativas, es dudoso, dada la estructura político - jurídica
de los Estados Unidos. Aunque hay que prever que sí se dará una radicalización, que se
proyectará en la política exterior y no, hacia el interior.
El Salvador ha sido muy
sensible a las políticas norteamericanas en el área: favoreció el Golpe de Estado de 1979, como un
antídoto contra la penetración
revolucionaria en Centroamérica, se
impuso la Reforma Agraria que destruyó la economía salvadoreña, en un segundo
experimento social, luego de su fracaso en Vietnam, sin crear un beneficio
político, salvo facilitar la movilización y asentamiento guerrillero en el campo.
También en el Salón Oval de la Casa Blanca, se discutió una posible intervención
militar directa en El Salvador, para contener la expansión soviética, pero por
el compromiso del General Eugenio Vides Casanova, que aseguró que la FFAA era
capaz de contener dicho avance, se detuvieron dichos planes, pero sí pasó el
peso económico del conflicto a los Estados
Unidos, que suministraron el sostenimiento económico del Gobierno y la
estructura militar del país, en una vietnamización del conflicto. Al igual que
en Vietnam, Laos y Camboya, las líneas de abastecimiento insurgente llegaron
del exterior. Aquí la línea de abastecimiento fue Managua-Jiquilisco-bajo Lempa.
Estados Unidos perdió en nuestro conflicto 32 hombres y nosotros 11,000, más
20,000 lisiados de guerra.
Si Trump gana, volverán
a El Salvador miles de compatriotas, y se creará un caos que retornará con más fuerza a Estados Unidos, pues el problema político centroamericano es
debido a la corrupción, alimentada por el dinero de la droga consumida en
Estados Unidos y, a su decisión política, de tolerar la injerencia extra-continental, en sus países
vecinos. No es con la fuerza con lo que se logrará proteger los intereses
nacionales norteamericanos, sino con la construcción de alianzas regionales y
luego continentales. Un aislacionismo, como pretende Trump, sería todo lo
contrario a lo hecho por Eisenhower.
Si Hillary Clinton
triunfase, el ocaso mundial de su país
estaría asegurado, el socialismo latinoamericano sería favorecido y rescatado
de su colapso y, serviría de plataforma para las pretensiones extra
continentales contra los Estados Unidos (el hinterland Chino, Ruso y el
radicalismo hislámico). El triunfo de uno u otro de los candidatos, nos amenazan
con serios conflictos aquí en El Salvador.
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