Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 17 de
septiembre de 2016.
El Gobierno
salvadoreño, se verá el 8 de octubre próximo, obligado a declarar su
insolvencia, mas no se preocupa, por resolver el problema: descarga en la
oposición política, la muy seria responsabilidad
de resolver dicha cuestión, logrando así, la prosecución de sus fines
económicos, basados en la ideologización y la corrupción, entronizadas en la
administración pública. La oposición, en el mejor de los casos, lo único que
puede hacer, es retrasar el dicho “default”, concediendo al Gobierno
autorización de los préstamos que necesita para pagar a los tenedores de la
deuda soberana, los 1000 millones de dólares
Los 900 millones de
dólares aprobados, de forma fraudulenta y, luego declarados inconstitucional,
muestra la forma corrupta en qué se vienen haciendo las aprobaciones en la
Asamblea Legislativa, cómo generalizada
práctica, iniciada desde el 2006 cuando, por sugerencia del Presidente Elías
Antonio Saca, se creó un fidecomiso sin dinero, pero con la capacidad de emitir
deuda pública, evadiendo así, el control de la mayoría calificada, necesaria para crear un endeudamiento
soberano. Si bien no se llevó el caso a la Sala de lo Constitucional, el FMI sí
recomendó que tal práctica, no se volviese a efectuar.
Hoy, el FMLN, ha
procedido de manera aún peor: utiliza el terrorismo económico para buscar la
aprobación de un nuevo endeudamiento. Usa las consecuencias del “default” como
un arma económica, pues las consecuencias de no pagar, serían la baja inmediata
de la calificación soberana, luego, un alza en las tasas de interés privado y,
la suspensión de préstamos del FMI y de otros créditos que necesita el país.
Implicaría también, que las AFP no comprasen, aunque la ley lo mande, más deuda
soberana. Todo esto, en un efecto dominó, que llegaría a complicar nuestras
exportaciones y nuestro sistema actual de economía, que se basa en servicios.
Afirma el FMLN, que carece de un plan alternativo para
enfrentar la crisis y así, para salvar la economía; dejar sin cumplimiento las condiciones impuestas por el
FMI, que se pueden resumir así: disminuir el gasto público, mejorar los
controles internos para evitar la corrupción y solventar el problema
previsional. En realidad, el Gobierno sí
tiene un plan alternativo – el cual lo ha expuesto Salvador Arias en sus entrevistas
televisivas - consiste en la
desdolarización y, saquear la economía privada, mediante un tipo de cambio
paralelo como el venezolano y, sobre todo, usar el poder del Estado, para un
cobro expedito de impuestos, sin los debidos mecanismos de recursos, que caracterizan al Estado de Derecho.
La oposición ha
exigido, como único requisito, una Ley de Responsabilidad Fiscal, que limite
los gastos del Gobierno y obligue a la claridad en el destino y uso de los
fondos públicos. Sin embargo, el
Gobierno, que ya aceptó firmar dicha ley,
la ve como un elemento, dentro de un pacto fiscal más amplio y quiere imponer,
que las limitaciones del gasto público, serán sólo conforme a las necesidades
que determine el Ejecutivo y no, la racionalidad fiscal y que dichos fondos,
deberán ser sufragados por la empresa
privada, sin importar el estado de la economía nacional.
No quiere el ciudadano
común, más derroches de los dineros
públicos, que desaparezcan del presupuesto
ya aprobado y terminen en los bolsillos de los funcionarios corruptos. Los
efectos de un “default”, son una realidad que nos arrastrará al caos económico
y, los economistas lo saben, pero ceder
ante la extorsión del Gobierno; el evitar tal caos, traerá un desgaste político
para la oposición, si no hace sentir a la sociedad salvadoreña, su gestión
opositora. Es muy probable que se evite el “default”, por ahora,
pero se presentará dentro de un año, nuevamente el mismo problema.
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