Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 3 de
septiembre de 2016.
La crisis actual del
Estado salvadoreño, está sirviendo al Gobierno como instrumento político, para
cumplir los objetivos del socialismo y, en la medida en que se ahonde el
problema, los objetivos de dicho sistema, serán más fácilmente alcanzados: en
tanto que la oposición procura evitar la crisis, el Gobierno, en igual medida,
satisface sus necesidades, fomenta el despilfarro y la corrupción y, los únicos
perdedores en dichos procesos, son la iniciativa privada y la total sociedad
salvadoreña.
El inminente colapso
económico y las demandas salariales de los sindicatos, amenazan una crisis
política que debilitará al Gobierno en su gobernabilidad y en las elecciones
del 2018; sin embargo, puede que no se
materialice dicho perjuicio, porque en esta crisis, se han invertido los papeles: se ha planteado
que la solución de los problemas nacionales corresponde a la oposición, aprobando un mayor endeudamiento y no poniendo
límites al gasto fiscal, presentando así,
un frente de unidad política, ante los organismos internacionales, siendo que
corresponde al Gobierno, la responsabilidad de solucionar los problemas nacionales.
La función de la oposición sólo es señalar los errores en el ejercicio del
poder.
Los políticos e
ideólogos de izquierda, ven en la presente crisis, la posibilidad de destruir
el sistema económico, utilizando el
colapso de su mecanismo. Por esta razón, es para ellos imperativo, continuar
con un endeudamiento galopante. Por otra parte, si para evitar la crisis, se
les autoriza más dinero, aumentan el asistencialismo y fortalecen sus bases
políticas. Esto es una inversión de roles políticos, que puede llevar a un caos
generalizado, pasando de explosión política, a explosión social, pues en la ecuación planteada por el FMLN, no
entran en consideraciones dos variables: los efectos negativos de la
investigación de la corrupción de Mauricio Funes y, frente a los organismos
internacionales, no combatir la corrupción estatal.
El FMLN no cuenta
dichas dos variables, porque cree que su
militancia y la población en general, no relacionarán la Vice Presidencia de
Sánchez Cerén, con la Presidencia de Mauricio Funes y, en todo caso, bastará
negar conocimiento de tal corrupción, aludiendo a la corrupción de los años de
ARENA. En segundo lugar, creen que los organismos internacionales, considerando
lo insignificante de nuestra economía, continuarán dándonos créditos indefinidamente, aunque aumentando la
tasa de interés una y otra vez. A la larga, podremos desconocer la deuda, como
ya lo hizo Argentina con los Fondos Buitre. Sin embargo, no cuentan con el
estado mundial de la economía y, la nueva forma de pensar, para evitar una
crisis mundial.
El Gobierno cree
también, que toda crisis es soportable, como lo fue en el “período especial
cubano”, pero que tendrá que ejercer presión sobre sus opositores de Derecha:
primero, desde un punto de vista fiscal y
político, después. Sin embargo,
la crisis social no iniciará por ese lado, pues la Derecha necesita la mayor
estabilidad posible; vendrá de sus mismas bases de izquierda, que según ellos,
serán receptivas a un llamado de austeridad, por la agresión “oligárquica e
imperialista”. En otras épocas, dicho proceso hubiese dado resultado, pero hoy no, por causa de la imagen del Gobierno de Funes
con su extravagante modo de vida. Procurará el Gobierno paliar dicho efecto,
buscando un mayor distanciamiento con
Funes, incluso podría aceptar que fuese juzgado aquí, para no afectar la
candidatura de Daniel Ortega. Ya se están presentando ya, algunos de estos
fenómenos.
Cuestión de tiempo es que,
la administración de la crisis que pretende el FMLN, se salga de control: la explosión social que se
avecina, arrasará con todo el espectro político actual.
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