Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
En la Grecia antigua,
desde el año 510 A.C. si un individuo, quien quiere que fuese, acumulaba suficiente
poder, para manipular el sistema democrático, es decir el poder soberano, se le
aplicaba el ostracismo, castigo que consistía en el destierro por diez años y
así, con su exclusión de la política, desaparecía el peligro de su influencia.
Hoy, en nuestro país, se presenta en nuestro juego democrático, un caso que
amerita dicho castigo.
José Luis Merino,
señalado como traficante internacional
de armas, con relaciones con grupos
terroristas internacionales y narcotraficante, que le ha podido controlar al FMLN, y por su medio, tener la complicidad
de las autoridades salvadoreñas, trazando un circulo tal, que va de lo
internacional, a lo nacional y, viceversa y, que por el momento, sólo presenta
un eslabón de vulnerabilidad: su inmunidad se ampara en la autoridad del
Presidente Salvador Sánchez Cerén, pero el mandato de éste, está por fenecer; la
inmunidad de Merino necesitará otra argolla, por lo que fuerza al FMLN, para
que su peso político, rompa la
institucionalidad salvadoreña, en contravención a la Constitución: sólo podría
frustrarlo, el ostracismo.
El ostracismo salvadoreño debe ser, el rechazo de su
candidatura como diputado. La oposición debe ejercer las acciones legales
formales para bloquear dicha candidatura y que, la militancia del FMLN,
niéguele sus votos concediéndolos a
candidatos jóvenes de Izquierda, que aún no han llegado a la Asamblea
Legislativa y representarían una renovación de los ideales de Izquierda.
Deben tenerse presente
dos cosas: primero, el “ARTICULO 127.- No podrán ser candidatos a Diputados: 1º El Presidente y Vicepresidente
de la República, los Ministros y Viceministros del Estado, el Presidente y los
Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los funcionarios de los organismos
electorales, los militares de alta, y en general, los funcionarios que ejerzan
jurisdicción.” Segundo, que dos representantes de la Corte Suprema de Justicia
y tres representantes de los partidos mayoritarios, dieron su aval como TSE,
dando paso, a un fraude de Ley. Esto nos induce
a la pregunta: ¿Cuán grande es el poder de José Luis Merino para hacer
que hasta la oposición política, admita sus manejos inconstitucionales?
A once días del hecho, ARENA no se ha
pronunciado mediante sus representantes en ese órgano electoral, ni sus candidatos a diputados por el
Departamento de San Salvador. Sólo han reaccionado los medios de comunicación
electrónica y, algunos impresos, además del repudio soberano en las redes
sociales.
Si José Luis Merino
fuese electo como diputado, no sólo tendría una mayor cobertura para los
requerimientos internacionales que pesan sobre él: tendría más poder que el que
ejerce el Ejecutivo y, parecería que la ciudadanía avalase los Crímenes de Lesa
Humanidad y Crímenes de Guerra, aprobando las relaciones con el terrorismo
internacional y el narcotráfico.
La democracia exige
que los poderes sociales, no sean manipulados por los intereses personales de
un hombre, de lo contrario, esta es imposible y la formalidad de la misma, crea
un escudo, que evita la justicia. La
oposición contra José Luis Merino, no es
sólo cuestión electoral, sino la prevalencia de la estructura jurídica y
política del país: “VIII. Ten
fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana;
en la Justicia, como destino normal del Derecho, en la Paz como substitutivo
bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no
hay Derecho, ni Justicia, ni Paz”, Eduardo J. Couture.
PUBLICACIÓN ACCIÓN y sus Colaboradores, les desean una feliz Navidad.
Atentamente
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor.
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