Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
En el mundo
globalizado, cada región posee su propia fuente de riqueza, que le sirve para
su desarrollo sostenible, con el cual, obtiene el estándar de vida, acorde con
el mundo civilizado moderno. En El Salvador, la productividad, es su fuente de
desarrollo, que se obtiene gracias al trabajo de su gran número de habitantes,
en un escaso territorio y, pobre en
recursos naturales.
Basándonos en tal
verdad, la lógica indica que, en base a la realización del Bien Común, el
Gobierno debería fomentar la productividad, que nace de la iniciativa privada,
pero no haciéndolo así, esta ha bajado en relación con la de nuestros vecinos,
siendo necesario, encontrar una explicación a dicho fenómeno, sobre todo
porque, por interés geopolítico, tanto la Unión Europea, Taiwán, Japón y
Estados Unidos han dirigido sus programas de asistencia a potenciar esa
fortaleza.
Un artículo de Luis
Armando González, intitulado “Las ideologías políticas en América Latina en el
siglo xx”, publicado en la revista ECA, julio-agosto N° 585-586 nos puede
ayudar a entender dicho fenómeno, cuando en su comentario final, dice: “A estas alturas,
los grandes proyectos ideológicos-nacionalismo, antiimperialismo,
nacionalismo revolucionario, socialismo-comunismo- parecen haberse quebrado. A
nivel práctico político fueron proyectos que se hicieron o estuvieron a punto
de hacerse del poder. A nivel teórico, como sistemas explicativos de la
realidad social, económica y política, tuvieron un fuerte impacto no sólo entre
grupos intelectuales, sino entre amplias capas populares. A nivel pasional,
fueron esquemas motivadores de la acción política directa y el compromiso
militante.”….. “Entre tanto, la ideología comunista no sólo resistió, como
ideología, la embestida de los militares, sino que se robusteció con la
represión. Los militares parecieron darle la razón: la violencia era la única
vía para construir una nueva sociedad.”
Los Acuerdos de Paz
callaron las armas, sin cambiar la visión política de la dirigencia del FMLN,
que sigue actuando en una guerra política. Se ha seguido esta visión también en
Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y
Venezuela, en donde han sufrido por la baja de productividad, reflejada en el
PIB, que a lo largo determinará, junto a la corrupción de sus
gobiernos, un rechazo a la Izquierda, como se ha visto ya, en Argentina y
Brasil.
La Izquierda,
pretende repartir la riqueza: la de
recursos naturales y la creada por manos privadas, pero este reparto, va contra
la iniciativa privada, es decir contra el productor de la riqueza y así, sin crear ésta, destruyen
la sustentabilidad nacional; lo cual sólo es medible por el aumento de la pobreza
y, la comparativa baja productividad con
sus vecinos.
Cuando el Gobierno,
para forzar la distribución de la riqueza, aumenta la reglamentación interna,
el resultado es quemar nuestra riqueza, “nuestro petróleo”; este se extingue
sin crear beneficio alguno. La oposición a dicha quema, la debe hacer quien
tiene visión ideológica diferente a la del Gobierno. Más, por ahora, no se
percibe una verdadera oposición política la que deberían realizar los partidos
políticos que tienen, como base ideológica, la libertad humana.
El petróleo salvadoreño,
es la iniciativa privada, fuente del
crecimiento económico el cual depende del
ejercicio de la libertad, pero al contrario, este Gobierno al coartarla, le ha
prendido fuego, destruyéndola como si fuese cizaña, pues la considera su
enemigo ideológico y político. De tal modo que es imposible la sostenibilidad de El Salvador, si no hay
verdadera oposición política dirigida ideológicamente.
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