Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
La inestabilidad actual
de Honduras, tiene tres causas fundamentales: los resultados tardíos, la
posible manipulación de los mismos y, la
tensión política acumulada por la Izquierda, desde el golpe de Estado en 2009,
contra el Presidente Manuel Zelaya Rosales y hoy, desatada por Nasralla
y el mismo Zelaya.
La forzada candidatura
de Hernández, para mantener la estabilidad hondureña, fuera de la órbita
bolivariana, ha sido contraproducente: ha generado inestabilidad mayor de la que pretendíase
evitar; más aún, con serios señalamientos internacionales que recaerán, a mediano
plazo, sobre la Derecha hondureña, en beneficio de la influencia venezolana.
Los señalamientos de
fraude por ambas partes y, lo tardío del resultado, ha permitido desatar acciones de fuerza,
largamente planificadas por Manuel Zelaya Rosales, por sus pretensiones de
regreso al poder, encubriéndose en Salvador Nasralla. Ahora bien, de los actuales
acontecimientos de Honduras, podemos nosotros, prever algunos sucesos basándonos, en los esquemas repetitivos que se
están presentando.
Están convergiendo en
El Salvador tres condiciones muy similares;
la complejidad del proceso electoral y,
la deliberada mala planeación de los mismos,
obliga a prever un posible fraude
electoral y, tardía entrega de resultados. El FMLN, al controlar todo el
aparato electoral, va tranquilo a las elecciones pero, la lucha interna por el
control de las bases por parte de Nayib Bukele,
podría desatar la violencia del FMLN, si sus candidatos históricos,
fuesen superados por los candidatos jóvenes de su partido o, en el 2019, si se
viese en posición desventajosa contra Bukele o, contra el candidato de ARENA.
El FMLN ha preparado a
sus bases para una activa defensa en las calles, si llegase a perder. Vemos, ya
reflejada dentro de la Izquierda, la contenida tensión. Y potencia dicha
actitud, la erosión de sus bases, tanto por el desgaste de la corrupción, como
por el liderazgo de Bukele.
La mera radicalización
de la Izquierda, no generará violencia alguna,
pues la oposición política, por parte de ARENA, es nula: la doble
posición de muchos de sus dirigentes, (funcionarios públicos de elección popular
y de dirigentes del COENA y COPOL) evita una verdadera oposición política,
esperando que ANEP, Cámara de Comercio,
ASI, FUSADES y los grupos cívicos,
asuman dicho papel, permitiendo a los políticos, tener una relación sin
confrontación con el FMLN lo que les
evita el costo político personal.
Consecuentemente, por el lado de la oposición, no habrá como respuesta resistencia
generadora de violencia, ésta surgirá dentro de las distintas facciones de Izquierda.
Cuando Violeta Menjivar,
ganó la Alcaldía de San Salvador, por sólo 44 votos, hubo movilización del FMLN, frente a donde se
realizaba el conteo de votos, amenazando paralizar al TSE de no reconocerse a Menjivar,
la victoria y hubo desórdenes en San Salvador; al final, sus amenazas se
impusieron y, se le dio el triunfo.
Sólo la entrega de
resultados ágiles, veraces y transparentes,
puede evitar la violencia eleccionaria,
pues sus condiciones dadas están. La Izquierda latinoamericana, lleva en
sus genes, la lucha callejera y armada, como herencia de la Guerra Fría. En
Honduras, la lucha política continuará, hasta que se pruebe quien obtuvo mayor
votación, recibiendo así la legitimidad: ésta no depende ya, de resoluciones
del Tribunal Electoral o, de las instancias judiciales, sino de la aceptación
generalizada.
El Salvador y Honduras están
viviendo una anomalía política: aún tienen una Izquierda fuerte y que se nutre
primero, del Estado y segundo, de los recursos privados. El triunfo electoral sobre la Izquierda, deberá ser masivo y sin trucos
y, si ésta los hace, la Derecha debe preparase
para defender su triunfo, y si fuese necesario, hasta en las calles y
masivamente.
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