Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
El resultado de las pasadas elecciones presidenciales,
no fue sobre ideología o plataformas de gobierno, sino repudio a las
dirigencias partidarias: Ni ARENA ni el FMLN, han comprender dicho sentir, que
viene desde la elección de los diputados actuales. ARENA no ha comprendido que las imposiciones
de su cúpula y la falta de contenido ideológico de sus acciones, son causa del
alejamiento del votante, que aspira a
militar en un partido auténticamente democrático, en el cual militen todos los
sectores en igualdad de condiciones, con un solo interés: la búsqueda del
bienestar común, sin diferencias de riqueza económica, pero en comunidad
ideológica, por lo que debe alejarse de confabulaciones partidarias,
considerando sólo el aspecto fundamental de la derecha: su ideología, buscando
sobre ésta, solución a los problemas
nacionales.
Si entre todos los sectores sociales no hay
integración igualitaria, córrese el riesgo de crear un partido de empleados: muchos
obedecen porque perciben un salario o esperan recibirlo. O un partido populista
en el cual importa sólo lanzar ideas a gusto de la muchedumbre, pero cuyo resultado es, a la
larga, el caos social, o la manipulación
del ciudadanos por el narcotráfico y la mara, que persiguen su beneficio a costa de la corrupción nacional.
Toda persona excluida de las decisiones partidarias, pero liberal
de convicciones: su horizonte político, la libertad, sin otros límites que los
más firmes valores familiares, las normas de convivencia y la lealtad a la patria,
debe solidarizarse con sus iguales ideológicamente buscando solución a los
problemas sociales, a la luz de esos valores
políticos, planteando soluciones con otros grupos, hasta que el clamor
general sea unificado y afecte las decisiones de los políticos: pues está claro
que éstos pueden manipular a sus partidos pero no, el voto de hombres libres con firme ideología.
Ciertos políticos en El Salvador, buscan crear redes
paralelas a las estructuras partidarias y en muchos casos, substituyen éstas, a
las del partido. Dichas redes no se sustentan en la ideología, sino en el
asistencialismo y el clientelismo (dependencia del Señor feudal), obligando al
partido a garantizarles una nueva elección. Así se forman los feudos políticos,
que luego son comerciados para obtener favores: se denigra la calidad de ciudadano,
pues el político considera que esta puede ser comprada por promesas, láminas, y
un plato de sopa con un tamal.
Tres son los problemas principales sobre que el
ciudadano debe debatir: 1) que el Estado no le quite el ahorro de sus
pensiones, pues es una amenaza a vida futura y sus derechos. 2) la apatía de los jóvenes a participar en la
vida democrática, que se debe a la deficiente educación en las escuelas que
también no permite al país desarrollarse tecnológicamente. 3) las maras son un
cáncer social, que asfixia la vida económica del país y limita los derechos de
todos los salvadoreños.
En base a la ideología liberal, pueden resolverse
estos tres problemas y se debe discutir
y exigir a nuestros políticos, su formal solución y, si éstos no atienden,
entonces los ciudadanos preocupados por el país, deben de substituirlos, pues
sus feudos no deben sobrevivir sin la aprobación de la ciudadanía que consiente
de su libertad, no podrá ser obligada a dar su voto por quien no sabe cumplir
sus aspiraciones.
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