Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
El plan de seguridad implementado por el gobierno, con
el propósito de contener a las pandillas, se está enfrentando a la consideración
de los Derechos Humanos de estos grupos terroristas, porque sus defensores, los
consideran grupos marginados de la sociedad, a los que el Estado debe toda
consideración. Visión es esta, sostenida desde la UCA, por defensores de los
Derechos Humanos, que se opone a la visión del Gobierno, que ha entendido
claramente, que son una amenaza terrorista a la estabilidad nacional, que
impide la recuperación económica del país y además, son causa de la emigración
forzada.
Desde el 2016, cuando la tregua con las pandillas fue
cuestionada fuertemente, se inició una campaña para denunciar las violaciones
de Derechos Humanos de los mareros, particularmente desde la UCA, por parte del
Padre Rodolfo Cardenal. En ese momento, esa campaña se confundía con la trama
electora que era contraria al FMLN y favorable a Bukele, confundiéndose también,
con la campaña por la violación de los Derechos Humanos en el pasado conflicto.
Tildan hoy, al gobierno de Bukele de “capitalismo remozado”, para identificarlo
como continuidad ideológica, de los gobiernos de ARENA y FMLN.
A finales del 2018, cuando el FMLN quiso dar la imagen
de contención a las pandillas, se dijo, desde la UCA, que era una “guerra”
contra la población; afirmación que marco un distanciamiento definitivo con la
autoridad salvadoreña, exigiendo tratar el fenómeno, en base al diálogo y
asistencialismo estatal, olvidando su calidad de delincuentes, que no
abandonaran su confrontación con las fuerzas del orden ni con el sistema jurídico
establecido.
Primero la UCA, luego el informe de las Naciones
Unidas y hoy, Amnistía Internacional han señalado al actual Gobierno cono
violador de los Derechos humanos de los pandilleros y, en un futuro, habrá
señalamientos contra Bukele y los altos mandos policial y militar. Considerando
que complementar los planes de seguridad, llevarán un mínimo de tres a cuatro
años, será inevitable la confrontación con los grupos terroristas.
Los juzgamientos por violaciones de Derechos Humanos
en el pasado conflicto, están creando modificaciones en el Derecho que, suprime
la potestad de establecer normas y procedimientos, a la Asamblea Legislativa y
la substituyen por jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional y sentencias
extranjeras que tienen su asidero “legal”, en la aplicación de tratados
internacionales de Derechos Humanos, pero que no tienen relación con nuestra
estructura jurídica, ni idiosincrasia, se ésta apreciando esto, en el procesos
penal en que se involucran Derechos Humanos y cuestiones relativas a familia,
en cuanto a identidad de género.
Si la forma de estos procesos penales queda
establecida primero, en el Mozote, luego en el caso jesuitas y otros que ya se
están iniciando en la fiscalía, es muy seguro que serán juzgados, con los
mismos procedimientos y argumentos, quienes están hoy, combatiendo a las
pandillas.
El apoyo del cual goza hoy Bukele en el exterior, por
su política de contención a las maras, podría verse revertido por los grupos de
Derechos Humanos, que tienen una impresionante capacidad de cabildeo y podrían a
la larga hacer disminuir el apoyo al combate de las pandillas. Para nosotros
los salvadoreños está muy claro que las pandillas son grupos terroristas y
deben de ser sometidos por la fuerza de la ley.
Someter a las pandillas es necesario si queremos tener
inversión y desarrollo a largo plazo, pero debemos evitar que la presión
internacional, en favor de estos grupos terroristas, se imponga por motivos
ideológicos. La lucha contra el terrorismo exige un enfoque diferente al
delincuencial, pues la existencia del Estado depende de la paz interna, para
que la población pueda vivir.
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