Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Los países latinoamericanos, que han apoyado al Gobierno
de Juan Guaidó, rechazando al régimen de Nicolás Maduro, se ven hoy, con
“problemas sociales” - muy propios de cada país-, señalados por algunos
Servicios de Inteligencia, de “atizados” por agentes cubanos y venezolanos,
utilizando en cada país, las redes de izquierda. Constituye esto, una amenaza
mixta, o no convencional, en los nuevos conceptos de la doctrina de la
Seguridad Nacional, razón por lo que, luego de nuestra ruptura con Venezuela,
conviene analizarla.
En el XXV Foro de Sao Pablo - desarrollado en julio en
México - destacan: el diálogo entre los
partidos políticos que integran el Foro y, las diversas “plataformas,
articulaciones y redes del movimiento social y popular” en Latinoamérica. El
objetivo: “desarrollar un plan común de lucha” y una serie de reuniones por
separado con el Partido de la Izquierda Europea (PIE) y con partidos de
izquierda de África, Asia y “el mundo árabe”; seguidos de una reunión plenaria
con parlamentarios de cuatro continentes.
El 16 de octubre, Luis Almagro, como Secretario General
de la Organización de los Estados, denunció a Venezuela y Cuba, como creadores
del patrón de desestabilización en los países latinoamericanos, primero en Colombia
y Ecuador, y ahora en Chile, lo cual indica la capacidad operativa del Foro de
Sao Pablo.
El Profesor Julio Soto Silva, de la Academia Nacional
de Estudios Políticos y Estratégicos, del Ministerio de Defensa Nacional, de
Chile, nos dice en su artículo: “Entorno a las amenazas: aclaración
conceptual”, que estas se dan cuando existe la intención, se puede realizar y
se puede materializar, existe una amenaza y cuando ésta recae sobre problemas
nacionales, pero que favorecen a intereses geopolíticos extranjeros, es una
amenaza no convencional o emergente, lo cual es congruente con la doctrina de
la OTAN (Organización del Atlántico Norte) cuando la describe como “amenaza
mixta”.
Por lo anterior, parece que entraremos a esa vorágine
Latinoamericana más, por la alta popularidad de Bukele, la reacción no será inmediata,
sino luego de enero o febrero del próximo año, pues para entonces, el período
de la actual Asamblea en Venezuela haya terminado y se hayan podido consolidar
algunas plataformas de ataque de la izquierda, que al parecer, ya están
emergiendo: como señalar el financiamiento venezolano a las campañas de Bukele,
como un “financiamiento externo”, algo
que sólo la izquierda puede probar.
Será interesante la respuesta de Bukele a esta nueva
amenaza, pues lo lógico sería que hubiese una retaliación hacia la cúpula del
FMLN, pero siendo Bukele, un proyecto de José Luis Merino y Tony Saca, sería de
esperarse una respuesta parcial hacia los grupos no afines a José Luis Merino,
o sea a las nuevas autoridades del FMLN.
Para desestabilizar a Bukele, es necesario
desestabilizar el país, pero entonces, se afectaría su vida productiva.
Seguramente será atacada también “su credibilidad política”, o sea la red de
engaños hacia la población: reducción de homicidios, inversión extranjera y el
combate a la corrupción, por lo que, para mantener la dicha “credibilidad
política”, habrá una profundización de las mismas.
En vez de aprovechar este momento crucial, la Derecha
parece amenazar fraccionarse en pequeños grupos, que no podrán tener una base
sólida, congruente y masiva, basada en principios ideológicos. Por su parte
ARENA, parece no estar interesada en recobrar sus bases perdidas y quiere
centrarse “en personas indecisas o nuevas”, sin darse cuenta que su base actual,
depende de los diputados y ellos, para asegurarse su reelección, se aglutinan
en pequeños feudos, que son excluyentes del arenero tradicional o de
pensamiento de derecha, por lo que no pueden crecer para ser una oposición
fuerte.
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