Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
E
Los actuales sucesos de Chile, Ecuador, Bolivia y
Argentina han planteado que la existencia del neo-comunismo es una realidad y
aunque la mayoría de la Derecha la niegue, conviene analizar sus futuros
efectos para el país.
Francis Fukuyama plantea en su obra “El fin de la
historia y el último hombre”, que la historia, como lucha de ideología ha
terminado, que sólo queda un mundo basado en una democracia liberal, impuesta
tras el fin de la Guerra Fría. En la realidad, vemos que esto no es verdad,
pues mundialmente, cada organización, si bien ha dejado las armas, ha
persistido en sus pretensiones políticas. Sucedió así, porque el colapso
provino de la carencia de recursos, originada por lo inaplicable de una ideología
en su praxis; fue un colapso que, al no afectar su estructura ideológica,
tampoco lo hizo en sus metas.
En plática del Español Fernando
Sabater, de COVITE (Colectivo Victimas del Terrorismo), al analizar las actuales pretensiones de ETA en España, concluye que han dejado las
armas, pero no han cambiado sus objetivos políticos, concluyendo que “Si ETA
consigue sus objetivos políticos, habrá ganado. No, militarmente, pero sí,
políticamente”. Al parecer nuestra realidad es similar.
Por lo cual, hay que medir el grado
de volatilidad insurreccional a futuro, considerando que no es posible el
sostenimiento de grupos armados, en lucha continuada, por la carencia de recursos, pero sí es
posible en su capacidad de desestabilización, para lograr ciertos objetivos de
plazo político inmediato, pues por pequeña que sea, la desestabilización,
tendrá repercusiones económicas que serán
de muy largo plazo.
El primer requisito es la existencia
de liderazgo revolucionario, el cual sí existe, pero dividido y en pugna:
Bukele y la cúpula del FMLN. Bukele posee la mayoría o masa insurreccional y,
la cúpula, la capacidad táctica y operacional; Bukele domina en su capacidad
estratégica, pero le falta capacidad y cohesión operacional. Los objetivos
ideológicos son comunes en ambas fuerzas, pero miden sus acciones entre sí,
pues pueden llegar a consolidar al contrario con sus acciones.
La desestabilización puede recaer
sobre la Asamblea Legislativa: es el único polo político del FMLN, pues en los
Consejos Municipales no ejerce su influencia ideológica y el retiro de la
legación venezolana, puede obligar al FMLN a retomar la iniciativa política.
Si se diese una desestabilización en
la Asamblea Legislativa, desconociendo a su Presidente, remoción violenta o
negándole el dinero desde hacienda, podríamos ver una respuesta limitada de
sindicatos y las organizaciones dependientes del FMLN, pero no serían generalizadas
ni sostenidas, habría una válvula de
escape al llamar a una Constituyente o a nuevas elecciones: habría una nueva discusión sobre los valores
de izquierda que debería adoptar la Constitución, lo que permitiría una “avance
político”, en aplicación de principios progresistas que ya están en el
ambiente: derecho al aborto, confiscación de los dineros de las AFP o más
prohibiciones hacia la iniciativa privada, aún propiciadas por ARENA.
Muchos niegan la posibilidad de un
rompimiento constitucional, por “no es posible”, “la Constitución está sobre
cualquier otra ley” o “no se atreverá”, pero esas son apreciaciones nacidas del
mundo del “deber ser”, que nos señala una forma ideal de la norma, pero desde el
punto de vista del “ser”, o sea desde la antropología, si es posible, pues las últimas
veces que sucedieron fueron en 1979 y el 1992, para el golpe del quince de
octubre y para adecuarla a las exigencias del FMLN, creando una serie de
ficciones. En ambos casos fue rota la Constitución, justificándose su cambio.
La Derecha está pasiva ante estos
acontecimientos, dejándose llevar por estos dos contendientes, según sean los
intereses de sus políticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario