Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Suele olvidarse en tiempo de crisis, la importancia
que tiene el sistema político, en la solución de los problemas prácticos, recurriéndose,
a métodos populistas. Actualmente, debemos señalar la importancia de un sistema
político que, basado en las libertades, garantice los derechos y obligaciones
de los ciudadanos, sin intervención o, tutela excesiva del Estado. Podemos
asegurar así, que todo sistema de salud, robusto y eficiente, exige economía
que genere los recursos necesarios al Estado y, a los particulares, para
enfrentar eficientemente, cualquier calamidad pública.
Desde 1992, nuestro sistema de libertades, se impuso
al uso de la fuerza: sufrió un acomodo, tendiente a fortalecer las
instituciones públicas, con el fin, de evitar los abusos señalados a las administraciones
anteriores. Buscábase la transparencia en la función y contraloría pública, no
solamente, en cuanto al acceso de la información pública; también en el
nombramiento de los funcionarios, pretendiendo que, con la elección de segundo
grado, llegasen los más capaces. Una situación que se ha ido deteriorando cada
vez más, en cada nueva administración.
La transformación política, pretendida por el FMLN
como fin último de su lucha, no se logró; quedó como una entelequia de su partido:
permitió señalar los errores personales de algunos funcionarios de ARENA, como
fallas o errores del sistema de libertades. Estos errores se acrecentaron con
el FMLN, en sus gobiernos, lo cual permitió que se señalase como un error, al
sistema de libertades, que era necesario destruir, para construir otro,
completamente nuevo, en base, ya no al poder soberano conceptualizado en el
Art. 87 de la Constitución sino, en base “al poder popular” de la democracia
participativa, representado por un dictador quien, a su criterio, interpreta las
necesidades colectivas, que deben imponerse al ciudadano.
El presente Gobierno tienes muchos señalamientos
internacionales, pues sus acciones vistas desde el extranjero, son claras, más no,
vistas por el salvadoreño, que está nublado por las acciones de gobiernos
anteriores y por la esperanza de un cambio, que sí se realiza lentamente, pero
no en dirección favorable a la libertad, sino al autoritarismo.
La crisis política actual, que se refleja en el nulo
combate a la pandemia, tiene su origen en la lucha y lento cambio hacia el
autoritarismo: el cierre total de la economía, conlleva el manejo irrestricto
de los fondos públicos y un control de la población, a la que el Estado, no
puede satisfacer en sus necesidades.
El manejo de la cooperación internacional, pasa de
Relaciones Exteriores, a la Presidencia de la República, lo que permite el uso
discrecional de la misma y, es necesario “confiar” en las líneas del Presidente,
pues dichos manejos serán luego señalados como “reservados”, no pudiéndose determinar
su uso.
La economía es la que hace sólido el sistema de salud,
pero su precariedad, reflejase hoy, en el deficiente y colapsado, sistema de
salud. La presidencia de la república, pretende combatir la pandemia, con
supresión de garantías constitucionales, para limitar el derecho al trabajo y a
la libre disposición de los bienes: logrará, en definitiva, debilitar más el sistema
de salud, que dará un peor servicio, el cual sufrirán los salvadoreños.
El sistema de libertades, garantiza el control
riguroso del gasto público, pero mientras se exija mayor control, de parte del
Ejecutivo, se da una mayor corrupción que es lo que hoy, estamos apreciando: se
despilfarraran los escasos recursos públicos, tanto como la ayuda
internacional.
Solamente si sobrevive el sistema de libertades,
plasmado en nuestra Constitución, podremos sortear eficazmente, esta pandemia,
de lo contrario tendremos dos catástrofes, la natural y la política.
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