Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Se basa el sistema democrático, en la rendición o
control de cuentas, del dinero público, que debe hacer el gobernante, por medio
de los diferentes mecanismos de control y rendición de cuentas, que posee el
Estado. Un medio de establecer estos mecanismos es el voto popular, que no
significa legitimación irrestricta del poder: existe el Artículo 85 de la Constitución, que
establece el pluralismo político; en el entendido que, dicho equilibrio y,
rendición de cuenta, no puede lograrse bajo un criterio único.
En muchas ocasiones, la democracia se ha perdido, por
acción del voto popular: Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y ahora, El
Salvador. También sucedió en Alemania, en 1933, con el triunfo de Adolfo Hitler
y la disolución del Reichstag (Parlamento) en 1933.
La cadena nacional, el domingo 20 de marzo, de Nayib
Bukele, parece haber tenido el mismo objetivo: atribuirse el triunfo electoral,
permitiéndole establecer los lineamientos que llevará la próxima Asamblea
Legislativa, la cual, teóricamente, es un poder diferente, aunque igual al
suyo, el cual impone, quienes tendrán o no, participación en la gestión
legislativa y, ya establece, cuáles serán las leyes a aprobar: equivale a la
quema del parlamento alemán o, al poder habilitante, que estableció para sí,
Hugo Chávez, en detrimento del poder Legislativo.
Su masivo triunfo, lo obtuvo porque la oposición no
participó, ante la falta de contundencia ideológica, de sus partidos políticos
o. el descontento con las cúpulas partidarias y, no sintiéndose representada
localmente; esto expresado colectivamente, como lo interpreta el Gobierno, sino
en forma individual, y no le concede legitimación, para los cambios que
pretende, como lo aseguran el Gobierno o sus Troles.
A la fecha, aún no han sido establecidos los
patrimonios del Presidente, Vicepresidente y más de mil quinientos funcionarios
públicos y no podrá establecerse, si existe o no, enriquecimiento ilícito. No
se ha rendido cuenta de los millones gastados en la pandemia, ni se ha podido
pagar el FODES. Los partidos políticos, no han podido equiparar su propaganda,
si el Gobierno no les candela la deuda política: es forma de realizar fraude
electoral.
Haber utilizado los fondos públicos, para el reparto
de alimentos, con pretensión de ganar un favor electoral, equivale a la compra
del voto y es fraude electoral tan grave, como lo sería la toma del poder por
la fuerza o, el relleno de urnas con papeletas falsas. Este asistencialismo,
queda al descubierto, cuando hay personas que piden en las calles para comer y,
no reciben los alimentos del Gobierno o, piden una operación quirúrgica y no se
la practican en el servicio público, porque no representa, un voto electoral.
Es error, interpretar el triunfo electoral como
aceptación irrestricta de su Gobierno, pues todo cambio, afecta la vida nacional
y más aún, si es en forma autoritaria, aunque se invoque “la voluntad popular”,
deducida de un análisis político, carece de validez
El partido político, es trinchera que ha caído; hoy
cada persona debe serlo, porque será afectada por las decisiones autocráticas,
deberá resistir su autoritarismo.
El cambio en la forma de vida de una nación, trae
grandes perjuicios: no deberían ser sufridos, por quienes no los consintieron,
más aún, si conllevan la anulación de pesos y contrapesos que para una sociedad
constituyen su Estado de Derecho y vuelve irrelevantes, los controles
financieros del Estado. Ahora depende de cada individuo, la conservación de
nuestra forma tradicional de vida. El Gobierno pretende representar la voluntad
individual, por medio de la voluntad de Nayib Bukele.
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