Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Todo acto, de carácter inhumano, parte de un ataque
generalizado o sistemático, contra una población civil, cometido en aplicación de
las políticas de un Estado o, una organización, es considerado, Crimen de Lesa
Humanidad. Así, deben considerarse como tales, la dominación por hambre, el
castigo colectivo, por reflejo y, la imposibilidad de ser sometido al sistema
judicial, conforme a las leyes, en situaciones grupales o masivas.
Cuando estos actos son ejecutados, en cumplimiento de
una política de Estado, siguiendo su legislación o, por el autoritarismo
existente; se convierten en terrorismo de Estado. Esta situación, favorece a las
pandillas, objeto de estas medidas, pasando de ser victimarios (por extorsionar,
al 74% de la población) a ser víctimas, de un Estado opresor.
Tal situación, va en contra del presente Gobierno y,
creará sanciones con repercusión nacional, pues sí es posible el combate al crimen
organizado, sin recurrir a la violación de los Derechos Humanos y, sin el
cometimiento de Crímenes de Lesa Humanidad. Sólo es necesaria, la aplicación efectiva
de la ley, fortalecer la investigación policial y, crear las estructuras
judiciales y penitenciarias, necesarias. Tales situaciones, ya están siendo
tratadas en aplicación de los principios filosóficos y prácticos de los
Derechos Humanos, por las exigencias que plantea, la lucha contra el terrorismo
y el crimen organizado transnacional.
Las medidas del Gobierno, se han centrado en el
ejercicio de la fuerza: para mantenerla, se eleva el número de efectivos, pero
el sistema judicial, ha colapsado y, las instituciones que deben actuar
conjuntamente: el Ministerio Público, que ya no da abasto a lo exigido, en
cumplimiento de sus tareas constitucionales.
Mientras vemos la realización de actos, tipificarles de
Crímenes de Lesa Humanidad, y por otro lado, salen libres pandilleros
reconocidos, con un largo prontuario dentro del sistema judicial, lo cual es
una contradicción. La política de pretender
someter al crimen organizado activo, mediante privaciones a los ya condenados,
es un retroceso al Derecho Penal, antes de la publicación de la obra “Tratado de
los Delitos y de las Penas”, del jurista y diplomático italiano, Cesar
Beccaría, publicado en el siglo XVIII y que ha dado origen al derecho penal
moderno.
Las violaciones a los Derechos Humanos, traerán consecuencias,
a largo plazo y serán: 1) minimizar la apreciación negativa de las pandillas,
2) la exigencia de sancionar el terrorismo de Estado, del presente Gobierno,
bajo los conceptos de la Justicia Transicional y justicia Restaurativa, 3) agudizar
la crisis social existente y, 4) generar rechazo contra el sector militar. La
demostración de fuerza contra las pandillas, puede generar una aceptación
inicial, de los sectores dañados, pero las acciones del Gobierno, al ser tan
generales, terminarán creando, un efecto opuesto al deseado.
Dentro de la criminología, es aceptado, de modo
general, que el crimen organizado es resultado de falta de empleo, vivienda,
salarios insuficientes, inestabilidad laboral, educación deficiente, crisis en
los partidos políticos y, formas de gobierno, corrupción y cada vez más notoria
impunidad, en el abuso de poder. Por estas razones, la primera forma de
combatir el crimen organizado, es el retorno al Estado de Derecho y, permitir
el desarrollo libre de la economía de mercado, garantizando el control soberano
del Estado y, la seguridad jurídica.
Las acciones del presente Gobierno, generando
desconfianza en los mercados internacionales, atraerán sanciones por
violaciones de los Derechos Humanos y, sin el combate efectivo a las pandillas,
creando riesgo de existencia, para las instituciones del Estado, al no cumplir
sus funciones Constitucionales, lo cual finalmente, beneficia al crimen
organizado que se pretende combatir, y fomentando un asistencialismo
insostenible, que a la larga, hará colapsar al presente Gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario