Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
SWI swissinfo.ch (Chile) en su edición del 1 de abril
de 2022 publica: HRW (Human Rights Watch) señala que el presidente Bukele
"intimida" a jueces de El Salvador; en igual sentido, se expresan El
Sol (México), El País (España), la BBC (Inglaterra), la DW (Alemania) y muchas
otras publicaciones internacionales de prestigio. Todas, analizando los últimos
acontecimientos de El Salvador, con respecto a las pandillas y, la deformación
que está sufriendo el sistema político y judicial de El Salvador. Todo obliga a
serias reflexiones.
Suele responsabilizarse a Nayib Bukele, por el
autoritarismo desarrollado en El Salvador, pero si la institucionalidad se
hubiese mantenido, tal autoritarismo, no se habría consolidado. Una orden
manada del Ejecutivo, excediendo a sus funciones, no habría tenido repercusión
alguna, dentro de un sistema fuerte y democrático: si el sistema se quiebra, se
vuelve contra aquellos que cumplen su función Constitucional; en este caso, los
jueces que se han negado a excederse en sus funciones y por ello, han sido
castigados, imponiendo así, un sistema, favorecedor del autoritarismo y la
corrupción.
Los pandilleros requeridos por Estados Unidos, ya deberían
a esta fecha, haber sido extraditados, pero el autoritarismo y la corrupción,
les ha dado libertad. Esto no hubiese sido posible, sin la complicidad de
muchos funcionarios: han preferido su comodidad y servilismo, al cumplimiento
de las obligaciones constitucionales, inherentes a su cargo.
La lealtad jurada por la Fuerza Armada, a la autoridad
personal de Bukele, ha permitido que, en un momento, esta ignorase la autoridad
Judicial y que se hayan cometido desacatos a la ley, durante la pandemia y
hasta en el presente. Iguales responsabilidades asumen el Fiscal General de la
República y sus auxiliares, si cumplen órdenes, contrarias a Derecho.
Analizando esta situación, a la luz del Derecho
Internacional y de los Derechos Humanos: la obediencia y ejecución de actos
arbitrarios, contrarios a Derecho y, de los principios universales que le rigen,
no son exculpatorios de responsabilidad. Ya lo hemos visto en los juicios de Núremberg,
Tokio y Bosnia.
Los señalamientos internacionales, por las acciones
del presente Gobierno, van más allá de la responsabilidad de una persona y
recaen sobre todo el aparato, creado por él, o que lo sostiene. Cuando se analiza
la tendencia existente, sobre la corrupción y violación de los Derechos Humanos,
aparece la “Ley Global Magnitsky
sobre Responsabilidad de Derechos Humanos” que es una norma que permite al
Gobierno de Estados Unidos, imponer sanciones a los violadores de Derechos
Humanos y corrupción, pero cuyo alcance se ve aumentado por la aceptación, cada
vez mayor, de dichos principios, por ser una protección para la preservación
del Estado de Derecho.
El combate a las pandillas, en la forma en que lo ha
estado haciendo el Gobierno, no extingue dicho mal social, pero sí, al ser
utilizado de manera populista, genera un mayor aislamiento del país y por ello,
sea amenaza para el sistema económico.
Los aliados del presente Gobierno, deben considerar
que estas acciones, pueden afectar la economía nacional y, si en un futuro
cercano, las facultades confiscatorias y las diferentes interpretaciones al
régimen económico, serán favorable a los intereses del Gobierno, afectarán la
propiedad privada y a aquellos que utilizan el sistema judicial, para dirimir
sus conflictos. También serán afectados aquellos que utilizan la calle, para
exigir sus demandas sociales.
Por ello es necesario, volver al sistema en el cual el
Gobierno es garante de la propiedad privada, de la libertad que goza el individuo,
y se puedan dirimir los conflictos, en un sistema judicial imparcial, basado en
las leyes, sin sufrir influencias externas o autoritarias.
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