Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓNACCION
De febrero de 1999 hasta la fecha, el Chavismo, ha dominado
Venezuela, en un proceso de transformación, que ha consumido sus recursos y su
fuerza nacional. Llevando a la oposición, de una fragmentación, sin cohesión
ideológica, a una cohesión nacional, democrática, capaz de enfrentarse al poder
del Estado, que ha sido estructurado para la defensa del régimen autoritario.
El chavismo, llego al poder, por la vía democrática,
mostrándose como el cambio renovador en la política y, que superaría las
diferencias y problemas políticos venezolanos: división, caudillismo e
intereses personales. Este proceso utilizó la apatía y rivalidad partidaria
opositora, para consolidarse e iniciar un cambio estructural, que permitiese la
consolidación del autoritarismo, por lo que su régimen recibe el nombre de
“autoritarismo democrático”. Lo que persigue este régimen, es la inamovilidad
política y, el estancamiento social, denominador común de los regímenes
autoritarios latinoamericanos.
Sus principios y métodos, provienen del comunismo, en una
modalidad, derivada de la Revolución Cultural de Paris, que inicia su lucha,
desde las mismas estructuras democráticas, para luego cambiarlas, mediante la
“deconstrucción”. La gestión de los conflictos sociales (gobernar y ejercer la
gobernabilidad y gobernanza) se hace mediante “crisis”, que permiten el dominio
social, mediante la manipulación de sus necesidades fundamentales. Esto crea un
estado de supervivencia personal, que no permite la cohesión social necesaria,
para una firme acción opositora.
Hay mucha similitud entre el ascenso al poder de Chávez,
con el de Bukele, pues utilizaron los mismos principios ideológicos de
izquierda, para neutralizar a la oposición y romper la estructura de la
izquierda tradicional, y asumir el liderazgo de sus bases. Cambió la estructura
de Venezuela, enarbolando la idea de una V República.
Los cambios en El Salvador, iniciaron con el cambio de los
símbolos patrios y su estructura territorial, la destrucción del significado de
los Acuerdos de Paz y la idea de que sólo el control absoluto del Gobierno,
podría permitir la gobernabilidad. Esta transformación implica que el
individuo, ya no tiene derechos reconocidos y respetados, derivados de su
condición de ser humano, sino por la liberalidad del Gobierno: transformación
tan radical, como la venezolana.
El cambio en las Fuerzas Armadas, ha sido crucial, pues es
el que hará obligatorio el cambio, ejerciendo la coacción necesaria, teniendo
sólo dos alternativas: sometimiento o emigración. Los cambios en los uniformes
de gala y de los honores de ordenanza, solo son una muestra de tan profunda
transformación. Esta transformación tiende a consumir todos los recursos
nacionales, teniendo que expoliar al particular, tomando de su dinero, por los
medios más diversos: confiscación, control de precios, toma de fondos de
pensiones, figuras jurídicas fraudulentas, retención de pagos a proveedores
etc. Venezuela dilapidó su petróleo, procurando extender su área de influencia.
El Salvador, está sacrificando sus derechos marítimos y puntos de conexión
internacional.
Los filósofos han dicho “Nada es permanente a
excepción del cambio. La permanencia es una ilusión de los sentidos”
(Heráclito), “La única constante en la vida es el cambio” (Buda). Ellos quieren
decir que nada es estático, y los regímenes autocráticos, pretenden ser
“incambiables”, aun sobrepasando el liderazgo de sus fundadores, pero al
detener el normal cambio o la evolución social, ésta termina por imponerse y
crear un frente común opositor, que revierte esos cambios.
El tiempo para que caiga una dictadura, lo establecerá
la madurez política que origina el autoritarismo y las condiciones externas,
que sirvan de detonantes, pero ningún régimen cae, si no ha desplegado todo su
potencial. El chavismo, ya llego a su límite y el bukelismo, ya no tiene nada
que dar, sus agotamientos derivase de la corrupción interna y las carencias materiales
de la población.