Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓNACCION
Distintos
medios han publicado: “Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EE.UU., afirmó
que no todos los países de la región se han recuperado del impacto económico de
la pandemia, lo que ha creado una inestabilidad de la que Moscú y Pekín se
están "aprovechando" ofreciendo dinero a los países o pidiéndoles que
se unan a la iniciativa de la Franja y la Ruta.” Una situación que conviene
analizar, pues El Salvador, pretende ser parte de ella, bajo el amparo de China,
según lo ha expresado, en el extranjero, nuestro Gobierno.
Estados
Unidos, ha considerado que todo cambio, debe originarse en la economía, y que
el bienestar económico, da la estabilidad social. Este pensamiento, viene desde
la Segunda Guerra Mundial, cuando para la recuperación europea, se volcaron
capitales norteamericanos en su reconstrucción, lo que permitió, con
posterioridad, llegar al entendimiento de que el bienestar común, sería
posible, sólo por el asocio económico. Europa, partiendo de la utilización del
carbón y el acero, en asocio, en la cuenca de Ruhr., creó el germen de la
estructura económica y política, que hoy es la Unión Europea.
Está
claro, que los efectos de la pandemia, han deteriorado la economía del área y,
no ha habido recuperación, pues es frenada por las condiciones políticas de sus
Gobiernos, que buscan el camino fácil: populismo, como distractor de los
problemas internos, y soluciones a base de fuerza o autoritarismo, negociando
con el crimen organizado, y esperando que se les otorgue ayuda, por su
condición geográfica, en la nueva lucha geopolítica mundial. Una situación que
no permite la libertad necesaria, para una recuperación económica.
Un
plan de asistencia, implica que se abandonen las prácticas autoritarias y
exista un Estado de Derecho, que permita aprovechar las bondades de un sistema,
basado en la producción y el globalismo. Debe haber un cambio político, que
permita un equilibrio en el ejercicio del poder, para que la libertad, sea el
nuevo eje político y económico. Por estas razones, fueron proscritos el nazismo
y el fascismo en Europa. En Latinoamérica, tenemos los regímenes cubano,
nicaragüense, venezolano y ahora, se suma, el salvadoreño, a estos países, cuyo
denominador común, es la pobreza, el autoritarismo y el populismo; que
pretenden que las soluciones a sus males sociales, provengan de un asocio con China
y Rusia, en su lucha geopolítica con Occidente. Esperando que, por tal cambio
en la hegemonía de poder, puedan mantenerse sus gobiernos autoritarios, sin el
apoyo popular y sin la producción, que sostiene a un Estado.
Nicolás
Maduro, asegura en Venezuela que, si pierde, habrá sangre, aquí se celebraron
elecciones bajo un Régimen de Excepción, que suprime los derechos civiles, que
permiten el ejercicio de los derechos políticos. Ahora se prepara en El
Salvador, la supresión del cuerpo de policía, para ser asumido por otro, de
naturaleza militar, en un proceso muy similar a las fuerzas bolivarianas de
Venezuela. Los caminos, son paralelos, pues los asesores en ambos países,
provienen de la misma formación chavista.
El
Salvador, está al borde de una recesión económica, y si las remesas, que son el
25% del Producto Interno Bruto, decaen por una desaceleración económica en
Estados Unidos, o por una acción política de sus Gobernantes, para proteger su
Seguridad Nacional, no podríamos subsistir.
El
Gobierno salvadoreño, ve esperanzado, un mayor conflicto con Occidente, cuando
el bienestar del salvadoreño, depende de la libertad y libre comercio que
ofrece Occidente: la solución ya no viene del Gobierno, sino de los políticos
de oposición, que deben de ejercer un frente común, para salvaguardar los
intereses de la nación salvadoreña, que están fuera de del territorio nacional.
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