Publicación Acción

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sábado, 25 de enero de 2025

ENERO: HECHOS HISTORICOS DE 1932 Y 1992

 

Por     

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓNACCION

 

Enero, es el mes en que, en el país, se han dado dos sucesos históricos: el levantamiento comunista de 1932 y los Acuerdos de Paz de 1992, que puso fin a la participación salvadoreña en la Guerra Fría (1947-1991). Lo sucedido y significado de sus hechos, no puede variar por su naturaleza histórica, pero la política actual, procura presentarlos con un significado diferente, acorde a revolución cultural que se vive en El Salvador; una revolución que busca el cambio geopolítico y la instauración de la dictadura en base al populismo, desechando el concepto: un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

 

En 1932, el Partido Comunista Salvadoreño, lidero un levantamiento, utilizando las últimas estructuras de poder político de las Cofradías indígenas de Izalco, que extendían su influencia por la Cordillera del Bálsamo, razón por lo que el levantamiento se realizó en Sonsonate, Ahuachapán, La Libertad y en los límites de Santa Ana con la sierra Apaneca-Lamatepec.

 

La contención del alzamiento fue tan violenta como su aparecimiento: dos meses fueron suficientes para la pasificación. Su contención, comenzó antes de su estallido, por la delación del mismo a la policía de Guatemala; pues el alzamiento no contaba con el aval soviético, solicitado por Farabundo Martí en 1931, recomendándole su aplazamiento, por lo menos hasta 1934 o 1935.

 

El levantamiento comunista en El Salvador, pretendía ser la chispa que reavivaría la recién finalizada Revolución mexicana y llegaría hasta Estados Unidos (según expresiones de Farabundo Martí en la reunión de paridos comunistas latinoamericanos),  Esta ilusa pretensión, complicaría las relaciones con Estados Unidos y Gran Bretaña, generando un recelo prematuro y de desconfianza durante la construcción del canal Volga-Moscú y la reconstrucción de la industria pesada soviética, que necesitaba capital y tecnología occidental para su desarrollo.

 

Por lo que el levantamiento en El Salvador, tuvo motivación nacional (la última manifestación de la estructura de poder político local colonial), ahora alentado por el comunismo, pero sin participación soviética. Sólo dos barcos de guerra norteamericanos, uno canadiense y la inteligencia británica, ofrecieron su ayuda para sofocar la rebelión, pero fueron rechazados, por considerarse sofocado el alzamiento y significar una intervención extranjera en suelo nacional.

 

La Guerra Fría, como conflicto militar en El Salvador se dio entre 1980 a 1992, pero nuestro involucramiento comenzó en 1962 durante la presidencia del Teniente Coronel Julio Adalberto Rivera, que inicio la preparación militar e ideológica para lo que sería el Conflicto Armado en El Salvador. Al mismo tiempo, en Cuba, se prepararon los primeros insurgentes salvadoreños: “El Grupo”, jóvenes del Partido Comunista y la Democracia Cristiana. En España, se preparaban los sacerdotes jesuitas que vendrían a El Salvador, bajo los principios del progresismo católico, que desembocaría en la Teología de la Liberación.

 

Hoy se pretende extender dicho conflicto mediante juicios a militares por crímenes de guerra, aplicando criterios modernos, que no existían en nuestra legislación o se mencionaban en el mundo jurídico. El término “Justicia transicional” se acuña en 1990 en universidades progresistas de Estados Unidos; concepto del cual se derivó la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz de 1993, en el año 2016, sin haber sufrido modificaciones la Constitución de 1983, reformada en 1992, que facultaran tal resolución.

 

Pretender hoy, desmerecer los Acuerdos de Paz, negar la magnitud de nuestro conflicto armado, o señalar como inicio del conflicto militar 1980-1992, el alzamiento comunista de 1932, es un error histórico, que pretende justificar la dictadura en la que vivimos, al igual que pretender suprimir el sistema democrático partidario, creado por los Acuerdos de Paz, suprimiendo la deuda política y restringiendo su financiamiento privado.

 

 

martes, 21 de enero de 2025

PRAGMATISMO CAPITALISTA

 

Por     

Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra

Editor de PUBLICACIÓNACCION 

 

La segunda administración Trump, se caracterizará por el pragmatismo capitalista favorable a Estados Unidos; el cual busca la reactivación económica  de Estados Unidos y una mínima  intervención en el extranjero,  limitada a sus intereses nacionales. Este pragmatismo capitalista se reflejará en las relaciones con El Salvador, que se ha alineado con intereses antinorteamericanos y que ha hecho de la emigración y el crédito internacional, la base de la economía salvadoreña.

 

La forma de negociar de Trump, es mostrar una política agresiva, confrontativa y extrema, para parecer conciliador y tolerante sobre la mesa de negociación, pero alcanzando todos los objetivos planteados originalmente, en favor de los intereses económicos de Estados Unidos.

 

La hegemonía de Estados Unidos, se ha sustentado en su poder económico y la superioridad tecnológica. Para conservarla, es necesario que Estados Unidos produzca en su suelo y reclute las mejores mentes tecnológicas, sin importar su país de origen. Para lograrlo, es necesario que los estadounidenses, recuperen sus empleos, ocupados en su mayoría por inmigrantes y las empresas multinacionales, regresen a suelo estadounidense. Para lograrlo, bajaran los impuestos internos y elevaran los impuestos de importación.

 

Los señalamientos sobre Canadá, México, Panamá y Dinamarca, marca los puntos económicos y estratégicos para Estados Unidos. Los Tratados de Libre Comercio con Canadá y México, sufrirán una reversión, hasta que le sea beneficioso para Estados Unidos y las empresas establecidas allí, retornen a Estados Unidos, de esta manera, cerrarán las puertas a productos chinos, maquilados en dichos países.

 

El canal de Panamá, bajo administración panameña, con operaciones portuarias cotidianas, dirigidas por una empresa China, seguramente retornaran a la dirección operativa norteamericana, con aranceles y paso preferencial a la armada norteamericana. De lo contrario, seguramente habrá sanciones económicas severas para Panamá, que lo perjudicará en su “zona de libre comercio”.

 

El bulo sobre la invitación preferencial de Bukele a la investidura de Trump, fue para hacer creer a los salvadoreños, que Estados Unidos apoya y copia el modelo de seguridad de Bukele, cuando Trump, señaló en su campaña, el engaño sobre la misma y lo perjudicial que era para Estados Unidos.

 

Declarar “terrorista” a la mara salvatrucha (MS 13) y a los Cárteles mexicanos, con los que guarda estrecha relación el Gobierno salvadoreño, complica las relaciones con Estados Unidos y las vuelve mas difíciles, por su cercamiento con China y Rusia, ofreciendo a El Salvador, como puerta geopolítica para Centroamérica.

 

La corriente generada por Trump, ha hecho que los millonarios norteamericanos y sus empresas transnacionales, se alejen del progresismo y muestren un rostro conservador. Esta corriente, debería en El Salvador, favorecer grupos políticos conservadores, pro intereses norteamericanos, considerando que la libre iniciativa y el Estado de Derecho, son el camino para la productividad y la sustentabilidad nacional.

 

El libre desarrollo empresarial, no solo traería bienestar nacional, sino que podría ser el polo democrático estabilizador de la región, que vería en Estados Unidos su conveniencia geopolítica.

 

El favorecimiento del islam en El Salvador, traerá inevitablemente el radicalismo islámico, y la desaparición del Estado moderno (separación iglesia – Estado) el cual es el caldo de cultivo óptimo del terrorismo Islámico. La estabilidad alcanzada por las negociaciones con el crimen organizado, serán insostenibles a futuro, por las nuevas políticas de Estados Unidos.

 

Si Estados Unidos se fortalece, China disminuirá su presencia de Centroamérica y de ser lo contrario, podríamos estar en la primera fila del siguiente conflicto, el cual será entre Estados Unidos y China; un conflicto de mayores proporciones del que vivimos en la Guerra Fría, el cual nos causó más de 70,000 fallecidos, y un caos social que aún nos afecta.