Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
San Salvador, 28 de Julio de 2014.
“El Sueño Americano”
fue idea expresada por primera vez, por el estadounidense James Truslow
Adams, en 1931, sintetizando la idea de que la prosperidad material depende de
las habilidades del individuo y de su propio trabajo y no, de un destino rígido
dictaminado por la jerarquía social. En su sentido más amplio se concretó su
significado, durante el Gobierno del Presidente Dwight D. Eisenhower (1953 –
1961). Anuncia el Vicepresidente Oscar Ortiz, que el “Sueño Americano” ya llegó
a su fin… debemos de aceptar hoy el
“Sueño Salvadoreño” y que, su visión de este sueño es el que debemos aceptar
hoy todos los salvadoreños.
Veamos en perspectiva,
despojado del populismo del Gobierno, difundido en los medios de comunicación,
el “Sueño Salvadoreño” que se nos ofrece: en lo económico, más intervención
estatal; en el asistencialismo, ampliación en su cobertura pero en detrimento
de su calidad. En cuanto a lo social, censura de la opinión pública, muy
particularmente en las redes sociales que los jóvenes utilizan. En cuanto a lo
político, la Democracia ya no será representativa, sino “participativa” con lo
cual sería posible la anulación práctica de los partidos políticos y, desde el
Ejecutivo, la manipulación de la opinión popular. Da carácter a este “sueño” el
uso de nuestro mismo lenguaje pero con significado diferente, lo cual llevará a
nuestra sociedad a un cambio que, no por sutil dejará de ser “inexorable”.
En la práctica, ante
cada problema económico que se presenta, como el alto precio, tanto del frijol
como del maíz, el Gobierno sólo ofrece como solución, investigar la causa y
amenazar con castigo a los presuntos acaparadores y finalmente, advierte que
habrá “mayor control y regulación”. Resultado efectivo y seguro de dichas medidas,
será el ahogo de la economía, en favor de las empresas que favorecen al
Gobierno (ALBA).
La campaña
publicitaria: “sabes que están viendo tus hijos” tiene como propósito justificar
el control de las redes sociales, considerando que la juventud es la más
crítica de las instituciones del Gobierno y del sistema político, pues en gran
medida, sufre su ineficacia. Conforme los actuales gobernantes, esto, de ver la
realidad sin deformarla es decir, tal cual es, debe ser controlado, pues la
juventud es la única fuerza social no manipulable por las componendas
políticas. Ya regula el Estado los programas en bandas horarias, pero no puede controlar
la libre expresión en las redes sociales, lo cual disgusta cuando con entera
libertad se critica a un funcionario público; así lo expreso recientemente
Sigfrido Reyes, presidente de la Asamblea, en relación a las críticas por su
apoyo a Palestina.
El voto cruzado y la
creación de las circunscripciones electorales inferiores a las existentes a
nivel municipal, favorecerán la dispersión electoral basada en la cohesión ideológica,
que permite el divorcio entre la cúpula partidaria y sus representantes
electos. Esto para muchos, es bueno porque fomenta la responsabilidad
individual frente a la colectividad pero es perjudicial para una oposición
nacional, pues quedará supeditada la posición del funcionario electo a las
presiones de su distrito.
A un mimo lenguaje
puede dársele significado diferente; posibilidad que permite, en lo político,
cambios radicales y esto, lo podemos comprender claramente al analizar el
concepto de “fuero parlamentario”. En su origen significaba el derecho que
investía al funcionario y parte de un proceso penal. Actualmente, su significado
sólo se limita al derecho a hablar dentro de las comisiones de la Asamblea Legislativa
y no como expresión del cargo. Estamos pues hacia una transformación,
visualizando un sueño, no ya americano sino salvadoreño. Si el americano nos
llevaba a una vida de prosperidad y libertad….¿a donde nos llevará el sueño
salvadoreño? La perspectiva es contra prosperidad, pobreza; contra libertad,
control. ¿Es este el “sueño salvadoreño” que queremos?
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