Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 18 de
enero de 2015.
Los Acuerdos de Paz de
1992, fueron resultado inevitable del desmantelamiento del teatro de
operaciones en Centroamérica y el Caribe, de la guerra Fría. La violencia que se
vive hoy en el país, tiene su origen en definitiva, en los acuerdos de paz que legitimaron un nuevo sistema político que
entregó al vaivén eleccionario, el destino de los dos sistemas económicos en
pugna durante el conflicto armado y al cual, habíase dado fin sin que se
plantease la reconstrucción, del tejido social y económico.
La continuidad del
conflicto armado fue insostenible, por
falta de recursos externos, pero dejó intactas, a ambas fuerzas, lo que dio
como resultado, un orden constitucional nuevo,
el cual, si bien fue promulgado con las formalidades de ley, obedeció a
la voluntad constituyente de las fuerzas creadoras de ese nuevo orden: los
Acuerdos de Paz de 1992 y, por lo tanto, las
instituciones creadas (Consejo Nacional de la Judicatura y Procuraduría
de los Derechos Humanos) sujeción del poder
militar al mando civil, desarme del FMLN, su institución como partido político
y las leyes de amnistía, poseen un rango pétreo, por haber sido parte de la plataforma de la
refundación del Estado de El Salvador, aunque no estén incluidos en la Constitución,
y lo cual, debe mantenerse incólume,
durante el tiempo en que los antiguos actores del conflicto, ejerzan directamente
el poder, hasta su relevo generacional.
Los Acuerdos de Paz
crearon un clima jurídico y una filosofía de pensamiento que, en todo lo posible, alejaba la situación de coacción, por parte del Estado, y cual tuvo
por obligada consecuencia, la disolución
de los Cuerpos de Seguridad (Guardia Nacional, Policía Nacional, Policía de Hacienda
y Policía de Aduanas), además de una
drástica disminución de la Fuerza Armada (Jefaturas, Oficialidad y Tropa), todo
lo cual, a la larga, generó mayores inconvenientes de los que los que hubiese
causado, la permanencia, bajo el mando civil. En términos prácticos, destruyó
la autoridad del Estado que garantizaba
el cumplimiento de la ley y, confiándose en que el individuo por su sola
voluntad acataría las normas de sociabilidad, por sobre sus necesidades e
instintos básicos, no adquiridos dentro del seno familiar.
La situación expuesta,
generó un cambio en el ejercicio de la política práctica: se estableció la
compra de voluntades, mediante la dádiva, de objetos y beneficios durante el
período de campaña u ofrecimientos para el funcionario, luego de que hubiese
sido electo; método que permite mantener una correlación favorable para la gobernabilidad
del Ejecutivo; y que ha sido ejercido por quien logró llegar a dicha posición
política. Esta forma de obtener el favor del ciudadano, distinta de la coacción
electoral de los tiempos del conflicto armado, ha hecho posible que gobiernen los más capaces de ejercer la corrupción y que
vean en el cargo público, una relación de inversión en dádivas al electorado,
en relación con lo que potencialmente puede redituarle el cargo público, lo
cual prueba la pobreza y necesidad de la
mayoría de los electores que venden su voto, por láminas, paquetes de alimentos,
útiles escolares o zapatos etc. Total, la voluntad popular se resume en una
pregunta al candidato: ¿Qué te vas a dar?
En palabras de
Dagoberto Gutiérrez, políticamente la forma de pensar del FMLN ha sido de “Guerra
social”, después de los Acuerdos de Paz. Muy diferente ha sido la forma de
pensar de los opositores al FMLN, que vieron en el fin del conflicto
armado el principio de la reconstrucción
económica, sobre bases estrictamente liberales, por lo que las estructuras de
poder militar de la época del conflicto, así como los políticos antagónicos
al FMLN, perdieron relevancia y en consecuencia,
creyendo que ya no había lucha, descuidaron la enseñanza de las bondades del
sistema económico liberal y abandonaron a su suerte a aquellos militares
(Jefes, Oficiales y Tropa) que defendieron la institucionalidad del país y su
sistema de libertades.
La gran beneficiada con
los Acuerdos de Paz, ha sido parte de la cúpula militar del FMLN y gran perdidosos,
quienes conformaron la FAES, pues muy pocos lograron terminar su carrera
profesional dentro de la misma institución que les creo. Además, la
insatisfacción entre veteranos e insurgentes, por el incumplimiento de los
beneficios económicos como desmovilizados, y que hasta hoy son reclamados, sólo dándoles esperanzas, con cada nuevo censo
ordenado por el Ejecutivo: 55,000 para la FAES y 16,000 para la insurgencia.
La emigración iniciada
durante el conflicto armado, no se detiene, pues la destrucción del tejido
productivo nacional, nunca se pudo recuperar, y ha sucedido lo mismo con el
tejido social, lo que, aunado a la falta de coercibilidad, por parte de la PNC
y ineficacia de las demás instituciones en derredor de la administración de
justicia, han generado un clima de violencia, comparable con los años más
cruentos del conflicto armado, pero sin que hoy exista una fuerza capaz de
oponérsele.
La insistencia de los
grupos de izquierda, de exigir una retaliación por las acciones de guerra,
previas a los Acuerdos de Paz, no abona al cumplimiento de los mismos, como
tampoco a la búsqueda de un cambio en el modelo económico, que conlleve el
cambio en el sistema político, pues los Acuerdos de Paz pusieron un alto en el
conflicto y la lucha ideológica, para que la siguiente generación, decidiera su
futuro, lo que aún no ha sucedido, pues la misma que participó en el conflicto
armado, son quienes ejercen hoy, el poder.
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