Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 11 de
enero de 2015.
El asesinato de los
periodistas y caricaturistas del Semanario Charlie Hebdo, ha sido un alevoso y
directo ataque a los valores de libertad
y de convivencia pacífica del mundo occidental; como reacción y en su defensa,
la Derecha y la Izquierda han manifestado su solidaridad en de tales valores, y todo aquel, alrededor del
mundo, que cree en los valores humanistas, se siente identificado bajo el lema YO SOY CHARLIE, para manifestar
que el agravio, ha sido en general, a todos los miembros de la humanidad, pero
que ésta no ha de doblegarse ante el
infame terrorismo.
La amenaza del fundamentalismo
islámico, se ha concretado una vez más, sobre suelo europeo; sin importar si proviene del Estado Islámico, Al Qaeda o
cualquiera otro grupo yihadista. El caso es que existe tendencia islámica anti
occidental y que gran parte de esa fuerza está ya dentro del territorio de las
naciones europeas y de los Estados Unidos, como resultado de varios factores
combinados: la emigración proveniente del Oriente Medio, la tolerancia
occidental y, sobre todo, la no integración de muchos de estos grupos migrantes,
a la cultura de la civilización
occidental, que generosamente, les ha dado cobijo.
No debe todo migrante
ser visto, como una amenaza, pues podría ser injusto e inducir a serios errores, al valorar las probables
amenazas que representa el fundamentalismo islámico. Nuestro interés nos
advierte que debemos hacer distinciones entre el problema islámico en Europa y
los Estados Unidos y el que se nos presenta en Latinoamérica.
Las distintas
sociedades europeas, han dado cabida a millones de inmigrantes provenientes de
distintas zonas islámicas: España y Francia de la zona del Magreb; Italia, del
Levante, Alemania, principalmente del Kurdistán, e Inglaterra, de un mosaico de
lo que fueran sus antiguas colonias. Con ciertas variantes, se presenta una
constante: la mayor asimilación a la cultura de su nuevo país, se resuelve en
una mayor integración social y es porque, en la medida en que el individuo
asimila el aprendizaje académico, más fácilmente asimilan sus principios.
Por el contrario,
quienes no se integran, quedan inmersos en el fundamentalismo, se sienten desarraigados de sus orígenes y
buscan siempre, dentro del Islam, una identidad propia, que genera odio hacia
aquella cuya opresión sienten: la civilización occidental.
Aún irrelevante es, el
Islamismo en Latinoamérica, tanto numérica como políticamente, y proviene de
dos corrientes que son sí, potencialmente explosivas: el Chiismo, que ha
ingresado por Venezuela y el Sunismo, que lo ha hecho de la inmigración
palestina. Lo curioso en Latinoamérica, es que además de en las poblaciones de descendientes de palestinos y árabes
musulmanes, aquí, previamente establecidas, el Islam ha caído en tierra fértil,
pues esta religión promete al nuevo adepto, oportunidad para satisfacer
materialmente todas sus necesidades, aunque esto implique el ataque y
destrucción de quien no es musulmán.
México (donde se encuentra la mayor comunidad
Islámica latinoamericana) es ejemplo de la importancia de la alevosa
penetración y, nuestro país es también ejemplo de cómo se ha acogido con gran
satisfacción a dicha religión, y es porque las condiciones sociológicas son muy
similares en ambos países, con pequeñas variantes en el tiempo y en la forma:
primero el laicismo (separación de Iglesia y Estado), que garantiza la tolerancia y práctica de
cualquier religión, y en consecuencia, un peligroso respeto a la idea de “pleno
respeto a las minorías” (no sólo en lo religioso). Segundo: pérdida de los
valores sociales que garantizan la estabilidad familiar. Tercero: incapacidad
del Estado para solucionar los problemas sociales que son de su competencia y
obligación; y cuarto: debilitamiento de la fe católica. Todo lo cual permite
que el individuo vea en el Islam la
solución de los problemas, ya que Islam (religión) y el Estado son uno sólo.
No es probable por
ahora, que en Latinoamérica, se sufran casos de terrorismo como ha sido en
Europa, pero sí pueden convertirse nuestras ciudades en centros logísticos que permitan y
favorezcan el ingreso de terroristas en los Estados Unidos. Dos razones
fundamentales favorecerán dicha acción: la primera es la identificación de los
nuevos adeptos con los valores islámicos de medio oriente y la segunda, la
identificación con las antiguas estructuras terroristas latinoamericanas de la
Guerra Fría, que ven con simpatía todas
las causas del Medio Oriente contra el
Estado de Israel y el imperialismo norteamericano.
La actual pugna entre
el Estado Islámico y Al Qaeda, por liderar la lucha contra occidente, probablemente
incrementará la amenaza terrorista en
Europa y los Estados Unidos, pues es su competencia osada y desafiante la que
les hace ganar nuevos adeptos y, no sería extraño, que esta situación, se
traduzca en una mayor participación del islamismo latinoamericano en dicha
guerra, en la que ya se identificó al
primer ciudadano mexicano, combatiendo con el Estado Islámico, creyéndose que
puede haber, militando en dicha guerra, un total de cincuenta ciudadanos más,
lo que implica que ya existan redes clandestinas de reclutamiento y logísticas en
suelo latinoamericano.
Amenaza real,
verdadera, aflictiva es el terrorismo y debe de ser combatido, en toda forma y a cualquier precio, pues lo que está en juego,
es la supervivencia misma de la civilización occidental; esto ha sido ya
largamente advertido por la Derecha francesa, pero ha sido fomentado, consciente o
inconscientemente, por la tolerancia e internacionalismo de la izquierda. Hoy
por hoy, no es momento ya de revisiones históricas, sino de conjurar la
amenaza, lo cual se hará no sólo por medio de más policías y servicios de
inteligencia, sino además por el efecto
de la integración familiar en los valores occidentales y del cristianismo, en clara
inducción hacia el nacionalismo de los respectivos países. No será pues la
tolerancia, la que salvará la
civilización occidental: será la decisión firme de cada nación de vivir
conforme a sus principios tradicionales y de no admitir, de manera absoluta, la
extraña forma del Islamismo. Contra el terrorismo, todas las naciones
occidentales deben solidarizarse en un solo sentimiento que se exprese con
vigor y decisión con el lema francés: YO SOY CHARLIE, que resume todo sentimiento de solidaridad
occidental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario