Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
http://publicacionaccion.blogspot.com
San Salvador, 24 de
marzo 2016.
La región más afectada
por el tráfico de droga es Centroamérica
y El Salvador, es el país en donde se registra
diariamente, el mayor número de muertos (por ahora 23 y en aumento) por ser
su territorio, parte del puente entre los
dos extremos del narcotráfico: Suramericana, para su producción y en
Norteamérica, para su consumo. Existe en
los Estados Unidos, un mercado de 22 millones de personas que consumen algún tipo de droga ilegal y
este mercado, demanda gran cantidad de droga, que llega a través Panamá, Costa
Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y
Guatemala; es decir que, el 90% de la droga producida en Sudamérica, pasa por
Centroamérica antes de llegar a Estados Unidos. El restante 10%, es consumida
como parte del pago del tránsito o, viaja a Europa, ingresando por España,
Francia u Holanda.
Las acciones de las
Fuerzas Armadas de Colombia contra las FARC y los paramilitares en la frontera
ecuatoriana, han desplazado las áreas de producción y transformación de la
pasta de coca, hacia el Ecuador. El
cambio de la Constitución ecuatoriana del 2008 y el consecuente indulto, de delitos
relativos a las drogas - por considerarse un tema de Salud Pública y no un tema
de Seguridad - han favorecido en Ecuador
el aumento de sus exportaciones marítimas de droga, que pasan por aguas Centroamericanas y el motivo por el cual, recientemente, se ha
incrementado el número de lanchas con droga, interceptadas en aguas salvadoreñas. Favorece el
narcotráfico, la pobreza de los países
latinoamericanos, pues quienes trafican, consideran mayores los beneficios, que
los peligros que corren.
Son cuatro básicamente,
las rutas que se siguen al llegar a Honduras y a El Salvador: dos rutas
marinas, una por el Atlántico hondureño,
y la otra, por el Pacífico salvadoreño y dos rutas terrestres, ambas paralelas a la costa. Por lo reducido
del territorio salvadoreño, por su alta densidad poblacional y por la
segmentación de las pandillas, se hace difícil el transporte terrestre en
grandes cantidades, lo cual se demuestra en base a tener uno de los índices más bajos de incautación de
droga; sin embargo, por la grave crisis
económica en que vive el país y el altísimo número de personas que viven de la
actividades delictivas (400,000 personas) existe una disputa por el pleno
control territorial, para la explotación de sus recursos: extorsiones,
secuestros y tráfico. La relativamente poca droga que pasa por el territorio, es
fuente de ingresos considerables y necesarios para la subsistencia de las
pandillas, que por esta razón, luchan para
el pleno control territorial. Este se ve beneficiado por el uso político de las
mismas y sobre todo, por la falta de políticas para combatirlas, pues su existencia, considerase debida, a la
desigualdad social y a la exclusión del sistema.
El aumento de producción
de droga en el Perú, está plenamente comprobado, y su relación con antiguos
grupos insurgentes como Sendero Luminoso. El crecimiento económico del Perú,
durante los últimos 15 años, ha sido muy apreciable, según palabras del
Presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim; sin embargo, ésta bonanza, no ha
alcanzado a las zonas cocaleras tradicionales, como el Valle de los ríos Apurinac y Ene, lo cual
deja como única opción, la producción de coca.
Aunque en el Perú se han erradicado 300,000 hectáreas
de coca, se producen aún cerca de 500
toneladas. Es necesaria la militarización de la zona, pues dicha medida,
implica la presencia del Estado y, aunque se den casos aislados de corrupción o
de violación a los Derechos Humanos, como es señalado por muchos izquierdistas
peruanos, garantiza la posibilidad de obstaculizar
la producción y el envío del producto.
El cambio del cultivo de coca, por otro producto perenne, no ha dado los
resultados esperados, pues el Gobierno no ha sido claro en cuanto a que
cultivos de coca, deben de ser erradicados y substituidos por otros, ya que traería implicaciones
políticas y religiosas, pues se trata de un cultivo ancestral.
Otro elemento a
considerar es que posiblemente, como consecuencia de la paz en Colombia, haya
una mayor demanda de la droga ecuatoriana y peruana, ya que Colombia disminuirá
drásticamente la producción, por la falta de protección de paramilitares y
guerrilleros. Esta situación, obligará a alargar las rutas de abastecimiento
por mar, desde los puertos peruanos a Colombia y, de allí, al área
centroamericana. Por lo cual es de esperarse, que aumente el flujo de
embarcaciones clandestinas, en las costas del Pacífico centroamericano.
Pero también, en El
Salvador, en la medida en que se
consolide una u otra pandilla y, se incremente el éxodo de salvadoreños hacia
los Estados Unidos, en esa medida aumentará el tránsito terrestre de droga en
El Salvador, facilitando un mayor flujo de droga a los Estados Unidos. Los
Gobiernos de Colombia y Perú ya han realizado acciones para recuperar el
control territorial, mientras que El Salvador y Ecuador, por cuestiones ideológicas y no, por un
desconocimiento de sus obligaciones como Estado, han abandonado el control
territorial. Además, ambos Gobiernos consideran el problema del narcotráfico,
como un problema exclusivo de los Estados Unidos y en cuanto a los problemas
internos, consideran que tienen por causa la iniquidad social, creada por
Gobiernos anteriores.
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