Por
Lic. Fernán Camilo
Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 10 de
abril 2016.
Todo salvadoreño supone
que la participación directa de la FFAA, pondrá fin a la espiral de muerte e
inseguridad que vive El Salvador, pero esta
esperanza, es vana, porque la subutilización de dichas fuerzas, no permite obtener los
resultados esperados; constituye en realidad, de dichas fuerzas, un uso
populista. El único provecho será para el Gobierno, con un nuevo endeudamiento y para las
pandillas, con su potenciación.
El Ministro de Defensa,
General David Munguía Payes, declara que,
de los 19,000 elementos de la FFAA, sólo son operativos 9,500 y que, de éstos,
más de 8,300, están en un redespliegue en diez municipios, pero no menciona qué
pasa en los otros 252 municipios. La reducción de la FFAA, después de los
Acuerdos de Paz de 1992, fue para adecuar ésta, a una nueva situación de paz, sin
destruir su capacidad operativa, a menos que ésta, se subutilice deliberadamente. Y aún
más: el llamar a la reserva para apoyar a la PNC, que tal es la propuesta del
Gobierno, contradice lo antes dispuesto por la Asamblea Legislativa y podría
crear problemas legales, en favor de los pandilleros. Cuando se suprimió el
Servicio Territorial, considerado en el Titulo VII, Mando y Servicio
Territorial, de la Ordenanza del Ejército, la Asamblea estableció: “Que el nuevo régimen
de Reserva de la Fuerza Armada, será ajeno a cualquier función de Seguridad
Pública o de control poblacional y territorial”.
La FFAA tiene la
capacidad de control territorial que le exige la Constitución y la población
necesita y, su instrumento, es el pleno
cumplimiento de la LEY DE PROCEDIMIENTO PARA DECRETAR LA EMERGENCIA NACIONA, pues en su Art. 1 de dicha ley, establece la
procedencia del Decreto de Emergencia, sí existe la interrupción o amenaza en
la continuidad de los servicios esenciales a la comunidad, prestados por el
Estado, los Municipios, las Instituciones Oficiales Autónomas o, por empresas
privadas que prestan por contrato, esos servicios; es decir, que se está
interrumpiendo la vida normal de la sociedad, en detrimento de la efectiva
realización de la igualdad y del bienestar social. En el caso actual, la
amenaza ya ha sido determinada por la Sala
de lo Constitucional, desde el 23/agosto/2015, dice así en una de sus partes: “Son
grupos terroristas las pandillas denominadas Mara Salvatrucha o MS-13 y la
Pandilla 18 o mara 18, y cualquier otra pandilla u organización criminal que
busque arrogarse el ejercicio de las potestades pertenecientes al ámbito de la
soberanía del Estado, atemorizando, poniendo en grave riesgo o afectando
sistemática e indiscriminadamente los derechos fundamentales de la población o
de parte de ella”. Prohíbe también el
fallo de la Sala, toda negociación o acciones que favorezcan a grupos terroristas como las
pandillas existentes. Esta Sentencia fue motivada por la solicitud que hicieron
Abogados allegados a FESPAD para declarar inconstitucional la Ley Especial
Contra Actos de Terrorismo LECA y, no sería de extrañar que hoy, aprovechen
cualquier irregularidad legal, para obstaculizar la represión a las pandillas.
La aplicación de la
Constitución, Ley de Procedimiento para decretar la Emergencia Nacional y, un
decreto de Emergencia Nacional, relacionando la inestabilidad del Estado, por
causa de las pandillas, sería suficiente para que la FFAA actuara de manera
autónoma, contra estos grupos terroristas y no sólo, en tareas de
acompañamiento a la PNC, sino en la directa
persecución y captura o neutralización de estos grupos. El procedimiento, luego de su
captura, tendría que estar a cargo de la Fiscalía General de la República y de
los diferentes Tribunales; entidades que sí deben ser reforzadas en su presupuesto, para que
tengan la capacidad de procesar, a poco más de 40,000 pandilleros.
Si no se toman las
medidas adecuadas, la situación nacional se deteriorará aún más. De no lograrse
los objetivos planteados, sólo quedaría
la negociación con las pandillas, lo que significaría un Estado Fallido,
incongruente con un Estado de Derecho. No serán los cien millones de dólares
que hoy pide el Ejecutivo, ni los polideportivos o campañas de subsidio, ni la
pinta de paredes, los que detendrá a las
pandillas. Si la fortuna del Viejo Lin, es de treinta y un millones de dólares y aún se duda en perseguir a sus
prestanombres, no es mucho lo que podemos esperar de un redespliegue de la
FFAA, en la esperanza de hacer capturas en flagrancia, sobre todo, cuando la
población se calla por temor al terrorismo y porque las autoridades sólo pueden
patrullar y por temor a ser reconocidos por las maras, se quitan las insignias
propias de sus unidades y se cubren la cara.
La solución depende de
las medidas que el Gobierno tenga la voluntad de tomar, en estricto apego a la
legislación vigente y no, a consideraciones populistas. El populismo sólo beneficia
a las pandillas y agrava la inseguridad de la Nación.
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