Por
Lic.
Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN
ACCIÓN
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San Salvador, 27 de
abril 2016.
Los conceptos de
libertad económica y de libertad política, son sólo meras especulaciones
teóricas, si no se sabe aplicar sus principios a la realidad pues, uno de los
resultados de dicha aplicación práctica, es el combate a la corrupción, en dos de sus extremos: la conducta del
empresario y la contraloría del Estado. Esta última, es la que permite evitar
el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos que siempre se hacen,
con dineros del Estado, utilizando amañados procedimientos riquezas
fraudulentas. Por esta razón, debe ser combatida la
corrupción y empresa privada, es la que hoy ha alzado su voz, advirtiendo que,
en el Estado, campea la corrupción.
El ENADE 2016, ha puesto en práctica esta política, pero el Gobierno salvadoreño ha dejado en claro, su desacuerdo con la propuesta de la ANEP; al no asistir al
congreso, patrocinado por esta entidad
gremial y en el cual, su orador principal,
fue el ex – Presidente del Gobierno Español, Don José María Aznar. El Gobierno considera que su política de gasto
público, no induce a la corrupción, y que sus medidas son correctas e
incuestionables, por parte de la sociedad salvadoreña, aunque tales medidas
sean real y visiblemente promotoras de
corrupción y despilfarro de los fondos públicos. Por otra parte, muestra su
apoyo incondicional al Gobierno de Venezuela,
el cual considera que las opiniones de Aznar, son una intromisión en los
asuntos latinoamericanos, en los cuales no deben opinar, ni nacionales ni
extranjeros, generalizada opinión de
quienes se consideran seguidores del Socialismo del Siglo XXI.
Otro factor a
considerar en la lucha contra la corrupción, es la politización de la entidad
contralora de los fondos públicos, la
cual ha sido muy cuestionada por sus
resoluciones tanto, a conveniencia política, como por la falta de idoneidad de los actuales
funcionarios, lo que ha obligado a cuestionar por vía de la inconstitucionalidad y del
amparo, sus nombramientos y acciones.
Puede citarse como ejemplo, la entrega de un
Finiquito, sin existir un expediente que
lo sustente, al ex Presidente Mauricio Funes, lo cual crea nulidad de pleno derecho sobre dicho
documento, pero que, al ser emitido por el funcionario pertinente, obliga a un
proceso de lesividad, el cual, según
parece, no se dará: si bien el presidente de la Corte de Cuentas, se ha
mostrado “indignado” por lo actuado por su predecesor, deja a Funes, los
suficientes resquicios legales, para una eficaz defensa. Dicho proceder, es
prueba del carácter político y populista de dicha institución contralora.
La corrupción
generalizada, tolerada y encubierta por la Corte de Cuenta, en los negocios
públicos, es una sangría de las arcas del Estado, tan lesiva, como el dominio
que pretende el Gobierno, sobre la
empresa privada, pues en ambos casos, no
sólo se inhiben los debidos controles
fiscales y morales, sino también se provocan, la corrupción política y la
degeneración del sistema democrático.
Activa es la posición política de la ANEP en la
defensa de los principios democráticos, concretados en el diario quehacer, pero
siempre conservándose apolítica partidarista,
aunque sus afiliados, en su carácter
personal, tengan afiliación política. No
obstante, el actuar no partidario de la ANEP, lo ha tomado el Gobierno como si
fuese un opositor político más.
La ANEP pretende el
desarrollo pleno del país, el cual no es posible, sin el goce de la libertad y
el desaparecimiento de la corrupción Gubernamental, que son verdadero freno del
desarrollo nacional. La corrupción es causa del fracaso en las finanzas del Estado y
nos conduce al endeudamiento irrestricto. Por esta razón, los controles normales del Estado al ser
ineficaces, obligan a crear otros mecanismos que los
suplan.
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