El FMLN es partido político, que nació por la fuerza de las armas, dentro
de un conflicto mundial; se ha establecido hoy,
localmente, en forma democrática partidaria. Sin embargo, luego de leer
el libro “Complot contra Colombia”, escrito por el Coronel Luis Alberto
Villamarín Pulido (colombiano), precisamente en el Capítulo VII, se muestra un
FMLN actual y clandestino, como parte del Gobierno salvadoreño, colaborando con el terrorismo internacional y
que ofrece sus cuadros, formados en Vietnam, para pelear en la guerra
colombiana. Esto obliga a pensar en el triple papel del FMLN, en cuanto a la
vida salvadoreña: a) terrorismo activo, b) unidad económica y c) partido
político; siendo no obstante dichos tres
roles, incompatibles entre sí.
Hay desde el 2001, una
intensa relación entre el FMLN y las FARC, en la que sobresalen los nombres de José
Luis Merino y Héctor Acevedo; este último, Diputado del FMLN y alto dirigente
del partido, pero de un bajo perfil público. Fueron ambos, investigados
por sus nexos con el narcotráfico, tráfico de armas y apoyo logístico al
terrorismo internacional, desde la gestión del Fiscal Félix Garrid Safie Parada, sin que prosperasen
tales investigaciones, posiblemente por las mismas tramas políticas descritas
en dicho libro y, aún hoy, se desestiman tales acusaciones, por considerarlas “políticas”.
Llama sin embargo,
poderosamente la atención, la actitud de la oposición política salvadoreña:
pese a decirse oposición, coinciden en muchos conceptos con el Gobierno, especialmente en desestimar los actos de
corrupción, narcoterrorismo y relaciones encubiertas con organizaciones
terroristas. Además, débil oposición, a la actual política internacional de
apoyo al tiránico Gobierno de Venezuela.
La información
incautada a los computadores de Raúl Reyes, deja al descubierto que el FMLN
suministró la inteligencia a las FARC, sobre objetivos económicos en
Panamá, para ejecutar conjuntamente y,
repartirse después las “utilidades” que, al final, servirían para la campaña
presidencial de Jorge Schafik Hándal Hándal. Hasta la fecha, no se ha
investigado ese financiamiento, ni tampoco el financiamiento de la campaña de
Mauricio Funes, en cuanto a los cien millones enviados por el Gobierno
Venezolano a El Salvador, en donde según
la oposición venezolana, se entregaron cien millones y se utilizaron sólo
setenta; los otros treinta millones, se perdieron en manos de la alta
dirigencia del FMLN, sobre todo, diputados, quienes usaron su inmunidad
parlamentaria para introducir dicho dinero.
La propuesta de las
FARC al FMLN, llena el perfil del secuestro de la colombiana, Daniela del
Carmen Vanegas McLaughlin y del
salvadoreño Andrés Suster. Además, hubo un aumento de secuestros de alto perfil
en Panamá, entre los años 2003 al 2007. Hoy,
muchos de los ofendidos en El Salvador y Colombia, han tenido públicamente, que mostrarse conciliadores con
sus verdugos, por la posición de poder que éstos poseen hoy, pero no es razón para que, políticamente, no
se les señale, pues son siempre un
peligro para el sistema democrático.
Un Gobierno que utiliza
la legitimidad de un Estado soberano, para encubrir las acciones ilícitas que
lo ligan con el narcoterrorismo
internacional, deja mucho que decir de sus objetivos como Estado y, más aún,
cuando su oposición calla. Esta incapacidad de la oposición, de ejercer su
papel de tal, ha alejado de la política al ciudadano, que no se siente representado.
Esas relaciones
internacionales del FMLN, también afectan a los salvadoreños, pues explican la
complacencia del Gobierno con las pandillas y otros grupos delincuenciales, que
ya son una amenaza a la Seguridad Nacional de otros Estados e imposible es, que haya una lucha democrática interna
limpia, con quien es narcoterrorista, Gobierno y, agente económico, todo en una misma entidad.
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