Ser de Izquierda ha
dado, en los últimos 90 años, reconocimiento público y buena publicidad; por el
contrario, ser de Derecha, no sólo ha restado prestigio, sino considerado
políticamente equivocado. Ha sido dicho juicio, consecuencia directa de las
luchas sindicales y de los movimientos nacionalistas europeos, que dieron
origen a las dos guerras mundiales.
El desarrollo
tecnológico que impulsó el industrialismo en el que hoy vivimos, no hubiese sido posible,
sin la aplicación de los principios de libertad individual, derecho de
propiedad privada, libertad de comercio y libre contratación, o sea en conjunto, el sistema liberal, al que
se le califica políticamente, de “Derecha”.
Este bienestar y
desarrollo social que se vive desde finales del siglo XVIII, no hubiese sido
posible bajo el sistema monárquico europeo y la supremacía de la religión, sobre
las cuestiones de Estado. Tampoco es posible bajo los sistemas socialista y
anarquista, porque ahogan la chispa del
desarrollo humano: la iniciativa en función del propio bienetar.
El ciudadano desea
poder vivir en paz dentro del organismo social,
con el espíritu tranquilo centro de su religión, la cual establece las
normas de vida íntima para su familia. Poder
gozar el fruto de su esfuerzo material,
para asegurar el bienestar de los
suyos y poderlo traspasar a sus descendientes, para que éstos, puedan disfrutarlo y si es posible,
acrecentarlo, llevando en alto la
memoria de sus antepasados. Vivir así es ser de Derecha, vivir una vida libre,
sólo sometido a las reglas sociales que son las leyes basadas en la naturaleza
humana, en un equilibrio tripartito: religión, individuo y Estado.
En la lucha contra el
mercantilismo - como una expresión prioritaria del comercio sobre el resto de
libertades - se pretende restringir al hombre en lo esencial: su libre
determinación, asumiendo el Estado tal potestad, que ejerce su poder material,
según el criterio de un reducido número de políticos populistas. Las leyes que regulan la convivencia y el
ejercicio de los derechos, nacidos desde la sociedad, son substituidos por
reglas de conducción social a favor de los intereses del gobernante.
Ser de Derecha
significa crear un sistema que posibilita el progreso humano sin otro límite
que la inteligencia y las capacidades humanas.
Las minorías se imponen
a la mayoría: se quiere imponer por ley
- coercibilidad y coacción – a la mayoría, la conducta de las minorías, dándoles fuerza social artificial, que rompe la
estructura social natural. La minoría tiene el derecho a su existencia, pero no
a su expansión contra la voluntad social y menos aún, cuando se trate de
aberraciones sexuales o trate del asesinato del nonato, que tienen un efecto
negativo en la sociedad. El hombre normal, ostenta con orgullo su heterosexualidad y cree
que en la vida de sus hijos, radica su propia inmortalidad y se dedica a ellos,
protegiéndolo a propios y extraños, como responsabilidad paternal y solidaridad
de especie.
El ciudadano de
Derecha, con gusto ayuda al prójimo, luego de satisfacer sus propias
necesidades en y si es una empresa pero se siente orgulloso de haber servido a
su patria en tiempo de guerra y entregado las armas en tiempo de paz.
Hoy lo que está en
juego es si los valores de la Derecha
liberal seguirán imperando en el futuro,
o una Derecha “más social”, “libertaria”, con un espíritu de tolerancia
y mansedumbre, que la inhabilite para una la resistencia política. La
corrupción partidaria y la idiotez de unos pocos, nos conducen a ello, pero sólo la conciencia
y el orgullo nacional, nos podrá salvar, sino, estaremos destinados a ser
borregos al trasquile, pero por elección propia.
De entrada, no es en el Siglo XVIII sino en el XIX y sobre todo después del Tratado de Viena. No es de origen liberal sino conservador con Otto von Bismarck en Prusia. Para más ilustración del modelo de bienestar europeo vea el enlace siguiente:
ResponderEliminarhttp://www.publico.es/internacional/modelo-social-escandinavo-morir-exito-esquivar-ideario-neoliberal.html
Esteban Anaya
ea03061949@gmail.com