Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Para MOVIMIENTO LIBERTAD
La libertad, es un derecho anterior y superior al
hombre que, por voluntad divina, se origina en su ser racional, dándole capacidad
de discernimiento y elección, que, al ser ejercidas por el conjunto social, crean
la voluntad colectiva, creadora a su vez, del Estado y, el medio de crear
armonía entre el individuo y el Estado, es la Constitución: como un acomodo
pacífico de las libertades individuales frente al poder del Estado.
En el presente y en la práctica, el Estado se ha
convertido en ente con vida propia, nutriéndose a base de la actividad y el
ingenio privado; sirviendo lo recaudado, no para el bienestar común o la
subsidiariedad, sino para sí, el cual se reparte, entre sus funcionarios o,
estos lo usan para poder ejercer mayor control sobre el particular.
Este trastorno en la función del Estado: de ente
rector y facilitador de la vida en sociedad, a ente, con vida propia, es causa
de que la lucha política, por el control del Estado, sea cada vez más
encarnizada y, ya no garantice equilibrio, en el ejercicio del poder.
La Corte de Cuentas certificó que Funes y Saca, nunca
manejaron dinero y se les otorgó un finiquito “exprés”, siendo que, entre ambos,
substrajeron setecientos millones de dólares. El Fiscal General vende la
justicia y la Corte de Cuentas acepta como válidos sus gastos de viáticos
millonarios, en viajes de placer. Corte Plena amordaza a probidad, para dirigir
y retrasar la investigación de enriquecimiento ilícito, mientras el Ejecutivo
entorpece la actividad generadora de bienes y servicios, por todos los medios
posibles: desde horarios de transporte mal diseñados, hasta obstáculos diarios
en Alcaldías y burocracia estatal.
Todo esto ha sido posible debido a la falta de
participación ciudadana, en los procesos políticos. No participación de calle,
electorera o revolucionaria, sino la que es compatible con el diario vivir, sin
dejar la política en manos de “profesionales de la política”. La política es
debate continuo, es confrontación y no, mansedumbre y aceptación, como nos han
enseñado, pues de ese actuar, sale la imposición de las minorías; ejemplo es la
veda de armas en algunos municipios, que deja al ciudadano, policías y
soldados, indefensos ante la delincuencia. El ciudadano tiene derecho a
defenderse si el Estado, no cumple con dicha atribución.
El sentido común y ser natural de la sociedad, son
guía para un buen gobierno; siguiendo estos principios, se han generado las
“normas de buen gobierno”, base para una buena administración pública. Sin
debate y sin capacidad para hacer valer la opinión colectiva, se impondría el
interés de la minoría. El ciudadano debe estar preparado para hacer valer sus
opiniones y, si éstas, no son escuchadas, las debe que exponer a la comunidad y
ésta, presionar para ser escuchada, creando conciencia colectiva; el consenso
mayoritario, debe imponerse: así impide la tiranía.
Entre los políticos, la lucha es llegar al poder para
imponer las reglas y favorecerse, utilizando al Estado como “modus vivendi”; lo
apreciamos así, en las cúpulas partidaria. Si continua tal mansedumbre, seremos
siempre las vacas lecheras del Estado: estaríamos forjando y pagando nuestras
propias cadenas.
Las pandillas se han impuesto por la fuerza de las
armas, los políticos por la fuerza de unos pocos y todo por la tolerancia de
muchos. Es necesario que el sentido común impere y nuestra libertad se materialice
en un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo afirmó
Abraham Lincoln en Gettysburg.
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