Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Las propuestas para frustrar el populismo son
numerosas; todas con sesgo ideológico y, mantienen la estructura populista, manipulando
también la información con troles, que garantizan un posible cambio del líder populista.
Pero para frustrar el populismo, debe actuarse desde la misma sociedad,
mediante el uso de la verdad, con ideas políticas claras y utilizando las
fuerzas vivas de la nación, en defensa del sistema democrático y republicano,
sin la búsqueda de panaceas o soluciones fáciles, a los problemas sociales.
Muchos tratadistas de izquierda, dicen que se frustra
el populismo, “dando más poder al pueblo”, lo cual, inevitablemente lleva, a la
instauración de la “democracia participativa”, que es manipulada por el líder populista;
tal como ha sucedido en Venezuela, consolidando el poder del populista, porque
él finalmente, termina encarnando en su visión, los “intereses del pueblo”,
legitimando así, su ejercicio del poder.
Los progresistas (mezcla de ideas liberales con
anarquismo y muy cercanos a la izquierda) dicen que es necesario regular las
redes sociales y filtrar la información que va al público, lo cual permite al
final, una restricción a la libertad de expresión, muy aprovechada por el
gobernante populista, que ejerce ese control. También proponen “poner al ser
humano primero”; lo cual es una mera abstracción, que no conduce a nada, pero
que sí, es manipulada por el populista.
Algunos publicistas y políticos de derecha, aseguran
que el populismo debe combatirse mediante el uso masivo de las redes sociales,
manipuladas por troles, siguiendo las mismas líneas que ha seguido el dictador
populista, pero tal, implica que se compita económicamente con las redes que
tiene el populista, subvencionados por el Gobierno, lo que es imposible de
lograr, pues la mayoría de los grandes donantes, cuyos negocios, dependen de la
actividad estatal, no estarían de acuerdo con entrar en un conflicto
innecesario con el gobierno y, generaría una dinámica de “conflicto social”,
que atentaría contra la institucionalidad del Estado y los negocios.
Cuando naturalmente se expresa la realidad de una
situación y lo hace un gremio en particular, se da luz al problema y se
denuncia la farsa o “utopía” que promueve el populista. Al generalizarse esta
conducta, se contrasta la verdad de la situación, con la mentira del populista.
Siendo tal, el momento en el cual deben surgir, las soluciones coherentes y
verdaderas.
Esto nos obliga a entender que, sólo la
institucionalidad de un Estado, o sea el conjunto de sus instituciones,
operando juntas y, sin populismo, son las capaces de generar el progreso
nacional. La institucionalidad no posee rostro visible, pues este es el de
todos. Cuando aparece un líder o caudillo, que nace de la institucionalidad, es
respetado por esta, y basa su poder en todos, a diferencia del líder populista,
que ha creado su aceptación en base a la manipulación de la opinión pública y,
mediante el empleo de grandes sumas de dinero.
Por cerca de 15 años nuestra política ha sido
manipulada por los medios de comunicación y las estructuras políticas
partidarias, usando métodos científicos de inducción al voto, lo cual nos ha
sumido en una profunda crisis social y política. Por esto debemos, volver a la
institucionalidad democrática y republicana, rechazando todo viso de populismo,
prescindiendo sobre todo de sus métodos, que sólo nos prometen sueños de
“Alicia en el país de las maravillas”, mientras nos arrastran al caos y el
infierno político, los cuales benefician al populista y a quienes le rodean.
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