Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
El populista válese de los movimientos sociales, para
mantener una lucha constante, creando la “subversión democrática”, tal dice Enrique
Krauze, en artículo publicado el 14 de octubre de 2005 - escritor e historiador
mexicano, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y de El Colegio
Nacional, director de la Editorial Clío y de la revista Letras.
El populista crea “enemigos” nacionales o
internacionales, contra quienes lucha la sociedad, materializando y
magnificando el quehacer de las organizaciones sociales. En consecuencia, hay
un desvío de los intereses reales del Estado, hacia otros, que son sólo de interés
del populista: con distracción social, de los problemas reales.
En Venezuela, Bolivia y Nicaragua, se culpa al “Imperio
yanqui”, en Chile y Argentina al “sistema capitalista” y en España, a los “facha”
(fascistas). Pero cubierto con esa cortina de lucha o reivindicaciones sociales,
todo populista lo utiliza, para justificar sus errores y obtener sus fines.
El populista, al crear una “subversión democrática”,
impide que el sistema de pesos y contrapesos funcione, así como que los diferentes
mecanismos dejan de operar, como sucede en una guerra o conflicto armado, pues
todo es politizado, son un caos: partidos políticos, sociedad civil, gremiales
empresariales y sindicatos. Esto garantiza al Gobierno, que se le controle
sobre sus finanzas y, cuando ya es tarde, deducir responsabilidades porque hay
otro populista, desplazando al anterior y se hace imposible recuperar lo
defraudado.
Aunque el populismo se centra en una persona, crea un
sistema vicioso, que da como única opción, para hacerse del poder del uso del
populismo. Esto lo hemos visto desde el Gobierno de Saca, hasta hoy. Los robos
cometidos por Saca y Funes no habrían sido posibles sin la destrucción de los
controles internos del Estado.
Vemos hoy la corrupción de Sigfrido Reyes: se generó en
los dos Gobiernos anteriores. Se escucha que Salvador Sánchez Cerén, ha
cometido ilícitos patrimoniales: seguramente saldrá a luz, en la medida que sus
estructuras de corrupción, pierdan poder, frente a las nuevas, consolidadas, en
derredor de un nuevo líder populista.
Varios de los hoy presos, por la corrupción de
Sigfrido Reyes, trataron de crear una gremial a fin al Gobierno, para substituir
en su influencia a la ANEP y la ASI. Aglutinadas estaban las empresas ALBA,
allegados al Gobierno, y pretendían influir, respondiedo a los intereses de
Funes y Sánchez Cerén. Varios de sus antiguos colaboradores, son hoy,
funcionarios del nuevo Gobierno, en perpetuación de este ciclo.
Hoy las organizaciones sociales son lanzadas para la “defensa
del agua” o de las pensiones, pero lo que pretenden, es mayor control en el uso
del agua, para elevar su dominio poblacional, sobre la industria y la agroindustria.
La mayoría de las organizaciones que luchan por las pensiones, exigen que éstas,
pasen al Estado y culpan a la “oligarquía bancaria” las bajas pensiones, sin reflexionar
que la baja rentabilidad, es debida a la sangría ocasionada por los préstamos estatales
bajos intereses y tablas definidas por los diputados Lo que aseguraría una
nueva inyección de fondos al Estado, sin tener que pagar lo ya prestado y,
crear a los jubilados, la ilusión de pensión justa.
La quiebra del IPSFA (Instituto de Previsión Social de
la Fuerza Armada) tiene su origen en las exigencias, luego del conflicto, por
parte del Gobierno, sin que éste, haya pagado su deuda, o en sus bienes
usufructuados, por parte de funcionarios corruptos, como lo muestra el caso de
Sigfrido Reyes. Igual situación se puede apreciar en el INPEP y el Seguro
Social.
El populismo crea “subversión democrática”, causa de
la la descomposición social, que no
pueda corregirse.
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