Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Los Decretos Legislativos, Ejecutivos, de Consejo de
Ministros, Sentencias constitucionales y Vetos, han generado tal caos
administrativo, que destruyen la base
jurídica del país: primero, por la incorrecta redacción y segundo, porque su
aplicación, se hace en base a interpretación exegética y no, por la interpretación
gramatical, propia de un texto claro y preciso y, sin considerar lo
contradictorio de los decretos, con la Constitución, en su interpretación
clásica o de su espíritu, luego de los Acuerdos de Paz.
La Alcaldía de San Luis la Herradura ha anunciado el
cierre de su municipio: podrán ingresar únicamente, camiones con alimentos
básicos, autorizándose la compra-venta de dichos productos, una vez a la semana.
Los infractores de estas disposiciones, serán castigados con trabajo forzado.
La Alcaldía de Santa Ana, ha previsto la venta escalonada de productos: el
ingreso al mercado, será supervisado por el Ejército y la PNC. La Alcaldía de
Nuevo Cuscatlán, ha ordenado toque de queda y, restricción a su ingreso; solo
podrá hacerse, portando un tiquete, las infracciones serán castigadas con
internamiento. La Alcaldía de San Salvador, cierra su centro histórico y, sólo
podrá ingresarse, previa justificación, sin considerar que en ese perímetro, se
encuentran los Tribunales, Corte Suprema de Justicia y la Asamblea Legislativa.
La Alcaldía de Santa Tecla, ha cerrado el paso natural, hacia el occidente del
país.
Tiene origen, dicho caos administrativo, en la
totalidad de la legislación formulada en estos días; alterando también, las
relaciones civiles-mercantiles privadas y, las sujetas al Derecho Social,
volviéndolo todo, de Derecho Público, pues característica de este Derecho, es
que sus mandatos, no están sujetos a la autonomía de la voluntad, que pudiesen
ejercer las partes: decir “sí” o “no”, en virtud del uso legítimo de la
voluntad. En tiempos normales, podríamos acudir a un tribunal para dirimir el
conflicto, en base a la legislación vigente, pero hoy se impone la voluntad del
Gobierno.
Dicha situación nos obliga a preguntarnos: ¿Qué está
sucediendo, al margen de la pandemia y, encubierto por ésta? En la entrevista
de un programa matutino, se preguntó a dos abogados: El, defensor de la
legalidad y ella, con la visión del actual Gobierno. La abogada, afirmó que, el
Derecho salvadoreño, ha quedado superado por la nueva realidad y, conforme a esta,
el Presidente interpreta la Constitución, encarnando el Interés Público; afirmó
también, que el Presidente fue electo por el voto directo, no así los
Magistrados y que, los diputados habían perdido su legitimidad, al ser
derrotados sus correspondientes partidos en las elecciones. Esta forma de pensar, plantea nueva realidad
del país, aunque se oponen la Constitución, leyes vigentes y sus instituciones.
Por esta razón hemos visto, pronunciamientos de las
distintas asociaciones de abogados y de jueces, de personas de la sociedad
civil y, de diferentes funcionarios públicos, ajenos al Ejecutivo, aunque con
criterios no siempre coincidentes, ya que no existe una oposición organizada;
sin embargo, ante cada palabra en contra del Gobierno, se alzan las voces de
los troles, señalando como culpables a “los mismos de siempre”, así designan a
los opositores, haciendo un llamado, para acabar físicamente, con ellos.
Claro está el rompimiento al orden constitucional,
pero las autoridades sienten miedo de aplicar los mecanismos legales
pertinentes pues, en última instancia, tales mecanismos tendrían que ser
ejecutados por la Fuerza Armada y así, se preguntan, ¿responderá ésta al
requerimiento, positivamente?, si la respuesta no fuese favorable, se
reconocería un gobierno de facto y este cambio, perjudicaría directamente a los
funcionarios y a la institucionalidad nacional.
El destino de la Nación es incierto: sólo la unidad
nacional, puede preservar nuestro orden constitucional, leyes e instituciones
vigentes.
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