Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCIÓN
La guerra comercial entre China y Estados Unidos y, la
batalla tecnológica por el dominio del 5G, apreciase, en el escenario mundial, unificadas
con la pandemia del coronavirus. Las acusaciones cruzadas, de responsabilidad
de la pandemia y, por influir económicamente en el escenario de la crisis, han desatado
verdadera guerra fría, de la cual, no se puede substraer El Salvador.
La tecnología del 5G (alta velocidad, amplio espectro
y baja latencia en las redes, para un uso masivo) ha sido el objetivo en la
lucha global de las grandes potencias: China arguye la “teoría de la
conspiración” contra Estados Unidos y éste, usa el “virus chino”, para responsabilizarle
de sus consecuencias, nocivas a Occidente y, favorables a los intereses chinos.
Occidente ha basado su bienestar económico, en la
globalización, que se sustenta en la importación y exportación de sus productos
a nivel global. La pandemia, ha destruido este comercio global, hasta estimar
que bajará el 2020, en un 32% a nivel global, perjudicando especialmente, a
países exportadores de materias primas o, que viven de los servicios prestados
y sostenidos por su flujo de remesas.
Los geopolíticos europeos perciben ya, un cambio en el
balance de poder mundial, con el surgimiento de China, como un nuevo eje de la
economía y algunos, han sugerido, que debería desarrollarse una alianza
geopolítica, entre Europa y Rusia, para constituir un nuevo eje mundial; sin
embargo, la política cotidiana de Rusia y de los países europeos, vuelve
imposible tal alianza.
Por el contrario, Rusia y China han estrechado
alianzas, por sobre sus desconfianzas mutuas en sus fronteras (la población
rusa es escasa en su frontera oriental, frente al desarrollo y población china),
poniendo en desventaja a Estados Unidos, aunque en varios libros publicados en
dicho país, asegurase que, el crecimiento chino, no podrá sostenerse y que, su
desarrollo, es únicamente en su franja costera y dependiente de la tecnología
de Occidente.
La actual pandemia, ha debilitado a Occidente aún más
y, ha permitido una consolidación de las empresas chinas a nivel mundial, lo
cual podría acelerar ciertos acontecimientos en El Salvador.
Las disposiciones del Gobierno, al paralizar la
industria y comercio, suprimiendo la libre iniciativa, ha detenido un frágil
mecanismo que, para funcionar, depende de la globalización. Muchas empresas ya
han iniciado el despido de sus empleados y al congelar pago de servicios y
dejar en suspenso las responsabilidades civiles, éstas no podrán pagarse a
futuro, por falta de liquidez. Se está destruyendo la iniciativa privada,
sustituyéndola por el asistencialismo y control Estatal, los cuales son
insostenibles a corto plazo (6 meses) si no se cuenta con un financiamiento que
evite alzamientos por hambre.
El despliegue militar y policial bajo régimen de
excepción, más se justifica, para un control poblacional, que para la pandemia,
pero evita que la oposición pueda reaccionar. Los $ 300 dólares de asistencia,
han adormecido a la población, neutralizado a los posibles grupos de choque,
haciendo poco probable, un alzamiento masivo a corto plazo, pero plantea dudas
sobre la continuidad del sistema político-económico
Si por la inacción, la iniciativa privada muere, la
estructura creada, será financiada primero, por préstamos internacionales,
luego por la liquidez en el sistema financiero y luego exclusivamente, por
ayudas internacionales. El país será dependiente del que le ofrezca más al
Gobierno para su sostenimiento. China ha mostrado tener un interés geoestratégico
y geopolítico en el área. Nuestros intereses nacionales, bajo la iniciativa
privada, están ligados a Estados Unidos y Europa.
La estructura actual propuesta por el Gobierno, se
adapta perfectamente, a cualquier modelo asistencialista o, de producción
dirigida e intereses extra-continentales.
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