Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
La educación, de repercusiones a largo plazo y,
limitada relación con la política electoral, aunque sí relevante, no fue
considerada durante la pandemia. Otro factor a valorar, es el de la corrupción
en el presente Gobierno, envía un mensaje a los jóvenes: el fin justifica los
medios y, todo es posible, si se tiene el poder político: lección que se
combina con la propaganda electoral de “los mismos de siempre” y “devuelvan lo
robado”.
La educación, desde finales de los años 70´s, sufrió
cambios en su concepto básico: enfocándose hacia la producción, o sea, enseñar
sólo esencial, ser un trabajador
calificado, según concepción patrocinada por la UNESCO en el mundo y,
suprimiéndose materias humanistas como la moral, el civismo e historia
universal, que situaban al individuo en su rol social y de convivencia armónica,
según la pedagogía francesa y alemana, que tradicionalmente, formo a
generaciones, desde la consolidación del liberalismo y nacionalismo en el país.
Este cambio en la educación, dejo a cargo de los
padres, la formación moral y cívica del joven, la cual no fue efectiva si éste vivía
en un hogar disfuncional, alterado por conflictos sociales o, sus padres sólo
poseían, escasa o nula formación. Se creó la ficción, de que el maestro,
asumiría la función del hogar disfuncional, introduciendo la formación
humanista como eje transversal en la educación técnica del estudiante, pero al
politizarse el maestro, la formación fue muy distinta.
El humanismo en las universidades, aún pudo mantenerse
por muchos años, según estuviesen a cargo de ellas, antiguos profesionales,
formados bajo parámetros franceses y alemanes, sin embargo, las exigencias formales
y académicas del Ministerio de Educación, que sigue los parámetros de la
UNESCO, ha terminado de imponerse, suprimiéndose materias básicas, de carácter
humanista, que son pilar de la formación ética profesional.
Los actos de corrupción, que ya están siendo aceptados
por el presente Gobierno, son producto de este fenómeno educativo que, por lo dilatado
del mismo, cuyos efectos son a muy largo plazo, resultan irrelevantes
electoralmente, pero políticamente sensibles, pues la transformación en la
educación, fue uno de los factores (no el único ni principal) para el
desarrollo del conflicto armado y la aparición de la mara, luego de los
Acuerdos de Paz, hasta el presente. La mara, como fenómeno antropológico, es la
persona humana, despojada de formación cívica, sin la comprensión de los
derechos inherentes, a la calidad humana, respondiendo únicamente, a sus
necesidades básicas, en un entorno social, diferente al del Estado. Una
explicación, expresada por este autor, en el ensayo “La Norma a la Luz de la
Fisiología Humana (2016)”.
Así, un corte abrupto como el actual, en la educación
del país, presentará futuras consecuencias muy graves, pues no es sólo lo que
el alumno deja de aprender: matemática, ciencias naturales o geografía, sino la
socialización que enseña la escuela, como formadora de la conducta humana para
el futuro, en sus reglas y en la aceptación e integración en el colectivo
social.
Las universidades privadas, llevan años capacitando a
sus docentes en técnicas educacionales por internet, pero no a los maestros de
escuelas públicas, donde está el mayor número de estudiantes; los ejemplos que
los alumnos han recibido son de supervivencia en la pandemia o de total
sumisión, solicitando asistencia pública. Mientras que el Gobierno da el
mensaje de su corrupción, que es castigada levemente, si existe la denuncia
pública masiva, o sea que; “si la haces, que no te descubran”.
El repudio a los partidos políticos, ha sido por su
corrupción y si el Gobierno es hoy corrupto, afirma el desprecio a los
políticos, fomentando por frustración, la deserción electoral.
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