Por
Lic. Fernán Camilo Álvarez Consuegra
Editor de PUBLICACIÓN ACCION
Un grito de auxilio son las banderas blancas que cada
vez más, aparecen en las calles: solicitan alimentos para sobrevivir, pero
también una exigencia al retorno de la normalidad, ante la insatisfacción de
las promesas gubernamentales y el ocultamiento de los verdaderos efectos de la
pandemia. Si no hay un rápido retorno a la normalidad, revelándose la verdad de
los estragos de la pandemia, podría haber una explosión social que el Gobierno
pretende atizar en su beneficio, sin advertir, que tal situación, puede consumirlo
a él también. Las amenazas de Bukele, para quien abra, el próximo lunes 8, sólo
aseguran un caos mayor.
Los troles de Nayib Bukele, explican que el creciente número
de banderas blancas y el retorno a la actividad del sector informal, son incitados
por la dirigencia del FMLN y la codicia de los empresarios, representados por
la ANEP. Está en contradicción con la propaganda de sus mismos troles, que han
señalado la irrelevancia del FMLN y de la ANEP, como representación o fuerza
gremial.
La verdad, es que las banderas blancas significan la
necesidad generalizada de alimento para los sectores más vulnerables, los que
buscan el sustento diario y logran subsistir gracias al complemento de las
remesas, de la asistencia de familiares y amigos que están en una mejor
condición, porque tienen un empleo formal o, el sector informal les permite dar
esa ayuda, lo que ahora ya no existe.
Las medidas restrictivas e incoherentes del Gobierno,
han disminuido la calificación del país, imposibilitando que éste goce de la
estabilidad necesaria para el inversionista privado, contando sólo con el crédito
de los organismos internacionales, que exigen una modificación tributaria, para
el retorno de sus créditos, a lo cual se niega el Ejecutivo, por razones políticas
internas, relacionadas con la propaganda electoral.
El efectivo y los alimentos distribuidos, han sido
utilizados electoralmente, por Nuevas Ideas y candidatos de GANA. Lo cual ha
impedido que pueda cumplirse la subsidiariedad del Estado en época de crisis,
ahondando el descontento, pues el engaño, mata la esperanza y aflora el resentimiento
social.
Han iniciado los disturbios en la carretera a Huizucar,
exigiendo alimentos a los conductores; por el hambre existente; estos hechos,
van a multiplicarse. Al parecer, militarización, ha sido la respuesta del
Gobierno.
Sólo la apertura generalizada, el lunes 8, podrá
evitar una explosión social, pues el hambre aumenta, ya alcanza el 30% de la
población. El limbo legal existente, sólo abona a la confusión. Algunos activistas
de Nayib Bukele, pretenden aprovecharse de esta conmoción, responsabilizando a los
diputados, partidos opositores y gremiales empresariales, queriendo justificar
un cambio de sistema, para volver a la normalidad, siendo que es el Gobierno,
el que ha generado el caos en que nos encontramos. Nayib Bukele, culpa de la
presente crisis, al Gobierno anterior, amenazando con deducir responsabilidades,
sin que exista fundamento legal.
Puede la apertura generalizada, dar un respiro a la
incertidumbre que vivimos, pero no servirá de mucho, si no se abren las
oficinas de Gobierno, a lo que se Niega Nayib Bukele. Gobernar a fuerza de
decretos, no garantiza la estabilidad ni la gobernabilidad y, mucho menos, si
militariza el Gobierno, como es su pretensión.
El Gobierno está matándose así mismo, al no permitir
que se generen impuestos y, por la inacción impuesta por el Gobierno, la
sociedad está muriendo. Para que ésta, ayude al más necesitado, debe tener como
hacerlo y, para que el Gobierno cumpla con la subsidiariedad que debe, necesita
recaudar impuestos, que vienen de la actividad económica, pues de lo contrario,
sólo contará con préstamos, en dudosa cuantía, por la imposibilidad de pago
posterior.
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